Siempre en la memoria aquellos primero viajes a través de los países en coches destartalados pero que al fin y al cabo era lo que más barato nos salía. Era otra época, cuando se cogía la mochila y no importa la dirección, teníamos como meta otro país, otro ver la vida y como no¡ más conocimiento de todo aquello que habíamos visto anteriormente en los libros. Es así como entré en contacto con este lugar coronado por el Etna que siempre mantiene nuestra atención fija en sus nubes amenazadoras. Ahora me sonrío porque la experiencia fue demasiado hermosa y tan rica y fresca en conocimientos a bordo de aquel coche que atravesó el estrecho de Messina montado en el Thaghetto. Seguramente la primera impresión fue horrible, puesto que la ciudad fiel a su espíritu indómito que un terremoto asoló en 1908 llevándose casi a 80.000 personas por delante, aún tenía puesta su esperanza en ese puente que aún es mera quimera en estos años.
El cambio ha sido brusco; ahora llegamos en avión y dejamos las ciudades grandes llenas de turistas, nos interesa más conocer el espíritu de la isla. El paisaje que ha sido descrito tan vivamente por firmas como las de Lampedusa o Pirandello debe observarse pateando sus caminos vacíos y algunas veces casi amenazantes, pero que conservan ese aire especial que ha hecho de la isla de Sicilia cuna de una sociedad que curiosamente se basa en las bases de la Mafia, aunque nadie se atreva a afirmarlo, está en el ambiente y se respira profundamente en cualquier rincón de algún pueblo perdido.
Partiendo de la ciudad de Mesina se coge una autopista que nos lleva hasta Catania, ciudad de gran renombre porque es la cuna de Santa Águeda, ésa misma que le arrancaron los pechos con una tenaza y que curiosamente la doctrina cristiana representa por dos pechos en una bandeja. La música también tiene aquí la cuna de otro insigne músico, Bellini hizo posible su Norma, también se denomina así el plato más célebre que podemos degustar en sus restaurantes más pintorescos (Pasta a la Norma).
La ciudad de Catania fue destruida en 1696 por un terremoto también, pero después se construyó una verdadera joya del gótico que deslumbró a uno de sus más famosos admiradores, Goethe que en el año 1787 la comparó con la incomparable Praga. Nombrada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, sin embargo hoy en día se ve ahogada por el tráfico, la suciedad y por supuesto la firma del volcán que deja en la carbonilla restos de su presencia para que nadie se olvide de que el sigue vigilando y en estado latente.
Es quizás el punto de referencia para comenzar el viaje por la isla y a la que se puede llegar a través del aeropuerto de Fontanarossa, a 8 kms de la ciudad, y nunca olvidar llevarse una instantánea del elefante enano que es el emblema de la ciudad y según se dice, un habitante de la isla en tiempos remotos.
Más tarde se hace una parada en Palermo considerada la quinta ciudad de Italia, en la que es posible escuchar términos castellanos que perduran sobre el italiano en muchos lugares. El tráfico infernal nos lleva hasta las ruinas de la Mezquita árabe – normanda de San Giovanni degli Eremiti, la Catedral, la Capilla Palatina del Palacio Normando o la plaza de los Cuatro Cantos; lugar éste último donde desembocan las dos calles principales de la ciudad (Vittorio Manuel I y Vía Maqueda). Una visita a las Catacumbas de los Capuchinos y el Palacio Senatorio que es ahora el Ayuntamiento y la belleza de la iglesia de Santa Caterina.
Siguiendo la ruta, nos llegamos a Agrigento cuna y sede del conjunto de templos griegos mejor conservado del mundo. El Valle de los Templos, (declarado igualmente Patrimonio de la Humanidad), fue descrito ya hace dos mil años por Píndaro que la consideraba como la más hermosa ciudad de los mortales. Los templos tienen el dórico como estilo peculiar y se puede ver detenidamente como los terremotos han dejado huellas por separado en sus ruinas. Curiosamente es un libro abierto en el que se puede leer las veces que ha sido sometida a los antojos de la naturaleza. El templo de Juno Lucina que se encuentro en la cima de un valle; templo de La Concordia de una belleza sublime y el mejor conservado y que fue empleado como Basílica cristiana más tarde; el Templo de Júpiter el segundo más grandes de los Helenos y los templos de Castor y Pólix y Vulcano.
Más lejos está Siracusa que a pesar de estar sometido a los rigores del turismo, tiene en su haber un gran patrimonio arqueológico dentro del cual se encuentra la península de Ortigia, cuna de los corintios que fueron los fundadores de la ciudad. El Parque Arqueológico de Neápolis con su Anfiteatro romano y el Teatro griego son las piedras fundamentales de la visita y tampoco debemos olvidar las Latonias o canteras de piedra. Tenemos una curiosidad en este lugar y es la imagen en yeso de la Virgen que según dicen, segrega gotas por los ojos.
Y llegados a Taormina que se encuentra a 200m. de altura podemos ver la hermosura del monte Taurus, paisajes muy loado por escritores como Barlett y Gotee e incluso por el emperador Guillermo II que siempre ha sido acusado de ser el “primer turista del mundo”. En su suelo han dejado huellas Capote o Dalí, Orson Welles o Rita Haywotrh; quizás han visto algo especial en este lugar; o quizás es una simple moda de algunos pocos…. Pero hay que destacar que se respira algo nuevo y bello, un ambiente artístico bastante determinado. Creo que es fuente inspiración, en esta isla está el secreto de una manera de ser y de comportarse, es la firma de una entidad mediterráneo y de toda Sicilia.
DAMADENEGRO
Datos de registro
Identificador: 0908094221304
Título: sicilia
Fecha de registro: 09-ago-2009 15:24 UTC
Autor: damadenegro
Tipo de obra: Literaria, Narrativa, Ensayo
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