En época de la conquista romana de la Península Ibérica, Segóbriga llegó a ser un importante centro de comunicaciones con numerosos edificios públicos y de ocio donde vivían importante élites.
Enclave celtíbero
El nombre de Segóbriga deriva de dos términos de origen celtibérico: Sego-, que significaría victoriay del sufijo -briga, que significaría ciudad, fortaleza. Por lo que su traducción vendría a ser "Ciudad de la victoria" o "Ciudad victoriosa".
Está aceptado que este enclave fue inicialmente un castro celtíbero quedando defendido por el río Cigüela, que le servía de foso. Aunque sus restos aún no han aparecido un fragmento de cerámica ática del siglo V a. C. testimonia su ocupación desde esa temprana fecha.
No obstante, si se ha hallado un sepulcro colectivo (restos humanos y útiles cotidianos) del II milenio a. C. de la Edad de excavado en piedra caliza cercano al cerro donde se enclava el lugar.
Las primeras noticias que se tienen de Segóbriga son del geógrafo griego Estrabón que hace una referencia muy breve y poco precisa situándola en plena Celtiberia.
Tras su conquista romana a principios del siglo II a. C., entre los años 80, pasó a ser el centro de toda esa parte de la Meseta, con el control de un amplio territorio.
En tiempos de Augusto, alrededor del año 12 a. C., dejó de ser ciudad estipendiaria, que pagaba tributo a Roma, y se convirtió en municipium, ciudad gobernada por ciudadanos romanos, creciendo el estatus de la ciudad notablemente, lo que llevó a su auge económico y a un gran programa de construcciones monumentales (edificios públicos de ocio, muralla, etc). De esta época también es la emisión de moneda en su ceca (una ceca es un lugar donde se fabrica o emite moneda).
Al finalizar el mandato de Vespasiano la ciudad se encontraba en su punto más alto, encontrándose plenamente integrada social y económicamente en el Imperio romano.
Los hallazgos arqueológicos indican que en el silo III aún existían en Segóbriga importantes élites que vivían en la ciudad, pero un siglo más tarde ya se encuentran abandonados sus principales monumentos, prueba de su inexorable decadencia y de su progresiva conversión en un centro rural.
En época visigoda, a partir del siglo V, todavía debía de ser una ciudad importante, pues se conocen restos de varias basílicas y de una extensa necrópolis.
Su despoblación definitiva debió de iniciarse tras la invasión musulmana de la Península Ibérica, cuando sus obispos y élites gobernantes huyeron hacia el norte, buscando el amparo de los reinos cristianos. De estas fechas son los restos de una fortificación musulmana que ocupa la cumbre del cerro de Segóbriga.
Tras la Reconquista, la población de los contornos se desplazó al actual pueblo de Saélices, situado a 3 km. más al norte, junto a la fuente que nutría el acueducto que había abastecido a la antigua ciudad de Segóbriga.
Desde entonces se acentuó su paulatino abandono hasta quedar sólo la pequeña ermita construida sobre las antiguas Termas Monumentales, último testimonio de la antigua ciudad conservado hasta la actualidad.
El famoso yeso de Segóbriga
Hace 2.000 años, cuando Hispania era una península del todopoderoso Imperio romano, los ciudadanos más acaudalados contaban en sus casas con un elemento de protección: ventanas. Los romanos utilizaban grandes cristales transparentes de yeso que extraían de los alrededores de Segóbriga, muy apreciados por su transparencia, tamaño y capacidad de exfoliación.
De ello da fé Plinio en su Naturalis Historia, en el apartado 36, donde menciona la explotación de lapis specularis, una variedad de yeso traslúcido muy apreciado en la época para la fabricación de cristal de ventanas y que sería durante mucho tiempo parte importante de la economía de Segóbriga.
Este mineral era extraído de minas de la zona del que Plinio asegura que "la más traslúcida de esta piedra se obtiene en la Hispania Citerior, cerca de la ciudad de Segóbriga y se extrae de pozos profundos?.
Parque Arqueológico de Segóbriga
Pese a que la ciudad se encuentra en ruinas, su estado de conservación es más que aceptable, en comparación con otros restos ubicados por la península, por lo que su visita se hace muy recomendable, ya que da idea de cómo se desarrollaba la vida cotidiana en una ciudad de la antigüedad.
En él se pueden apreciar: la muralla y la Puerta Norte; el anfiteatro; las Termas Monumentales; el gimnasio y las termas del teatro; el foro y la acrópolis.Extramuros se aprecia el santuario rupestre de Diana; el acueducto; las canteras y el circo.
El parque es un Bien de Interés Cultural declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931.