La noche antes de viajar a Riviera Maya, (mi primer viaje trasatlántico) fue algo movida. No era un viaje normal y corriente con el que te vas con amigxs o la pareja, sino que me voy a Riviera Maya por trabajo. No conocía a nadie todavía y tenía que limitarme a seguir el programa que me enviaron.
Me hice la maleta el sábado; justo al salir de trabajar a medio día (cuando todavía estaba en Halcón Viajes en Alicante), y en 20 minutos me hice la maleta; ni siquiera tuve tiempo de comer. En 20 minutos fui capaz de seleccionar 3 conjuntos por día: visita de hoteles/workshops (ropa de trabajo), bajar a la playa/piscina y conjunto para cenar, aunque en realidad lo que hice fue vaciar todo el armario y meterlo en la maleta.
Estoy viviendo en Alicante y llevaba semanas sin ver a mis padres, así que al llegar al pueblo con todo mi equipaje, preferí ir a tomarnos un granizado al kiosko del paseo y charlar, ponernos al día y soñar despierta con mis padres y el viaje que me espera. Después fui con Mario al bar de abajo a tomar unas cervezas y unos nachos con queso y frijoles (cómo no) para entrar en ambiente... !!
Total, que a la una de la noche aun estaba repasando la maleta que no faltase nada:
- crema solar y bikinis que no falten
- gafas de bucear
- sombrero y gafas de sol
- cargador de la cámara
- repelente
- conjuntos para salir a bailar
- etc etc...
Al día siguiente tenía que levantarme a las 6 para volver a Alicante. Menos mal que esos nervios y la angustia que siempre he padecido antes de un viaje (por muy cerca que fuese) ya lo superé. Viajaba yo sola y sin conocer a nadie. El tren salía a las 8.30 hrs, pero tuve que madrugar más porque se me olvidaron unas cosas en mi piso en Alicante y tuve que hacer una escala. Después se hizo la hora y el tren partió a Madrid - Puerta de Atocha en un trayecto que duró cerca de 2 horas y media en AVE.
En Atocha (y gracias al grupo de Whatsapp) conocí a las dos primeras chicas que me iban a acompañar en este viaje de grupo a México: dos andaluzas muy simpáticas: Rocio y Maribel. Clica en el siguiente enlace para ver >> Cómo ir de Atocha al aeropuerto de Barajas (Madrid).
Nosotras cogimos un taxi hasta el aeropuerto porque lo pagaba la empresa, y allí esperamos a que fuera llegando el resto del grupo con el que íbamos a viajar a México, mientras nos tomábamos una cerveza carísima en cualquier cafetería del aeropuerto.
14:10 hrs. Por fin llegó el momento de subir al avión de Air Europa que despegaba a las 15:10 h. con 10 horas de vuelo por delante. Cuando vi el avión por la cristalera justo antes del embarque, fue cuando realmente fui consciente del viaje que teníamos por delante y me entraron los nervios de verdad.
Tuvimos la suerte de que el avión iba casi vacío y todos pudimos cambiarnos de sitio, de manera que cada uno tenía dos asientos y una ventanilla ideal para echar una larga y cómoda siesta, además de disfrutar de las "vistas" del avión. Y pongo comillas porque las vistas cruzando el Océano Atlántico no es que fuesen muy entretenidas. Pero se agradecía poder ocupar varios asientos y dormir, estirar las piernas, etc.
Justo a la vuelta del viaje tenía un examen bastante difícil de actividad empresarial que recogía el temario del TODO UN CURSO, y del cual no había estudiado nada entre las prácticas y los preparativos del viaje. Echando cuentas pensé: 2 horas de tren + 10 horas de vuelo a México + las horas de vuelta... son suficientes horas de estudio para sacar una buena nota. Si suspendo este examen con 20 horas de estudio, es que definitivamente soy tonta.
Llevaba los apuntes listos para estudiar, pero lo único que hice fue pasearlos, porque prefería aburrirme en el avión, a estudiar (y eso que lo intenté). Pero estuve hora y media para leer tres páginas, hasta que desistí y dejé el futuro de mi examen a la suerte. ¿Quién puede concentrarse y estudiar mientras vas de camino a Riviera Maya? (debo añadir que aprobé el examen. No se cómo.)
Nos dieron de comer varias veces en el avión y yo no sabía de qué iba ese tipo de comida. Si tuviese que darle nota a la presentación de la comida sería un 1, y la nota de la comida sería un 3. Lo primero que nos sirvieron fue un plastiquete envasado al vacío con macarrones y una salsa que decían que era boloñesa. Hasta el panecillo estaba malo. La bebida se servía en un vasito de plástico y el postre era una especie de mousse de limón que no me gustó. Después nos sirvieron un sandwich de queso, una "focaccia" que se podía comer y poco más.
Por fin, tras horas y horas de aburrimiento empezamos a ver el mar de color turquesa y salpicado de islas cubiertas de una densa vegetación: ¡¡¡ya hemos llegado al Caribe!!!
Vimos desde el avión la zona hotelera de Cancún y su laguna, Isla Mujeres, y lo que más me impactó de todo es el manto verde de selva que recubre la península de Yucatán. Un manto verde que se repite y se perdía en el horizonte.
El avión aterrizó en el aeropuerto de Cancún, también rodeado de selva húmeda y la pista estaba llena de charcos, (señal que había llovido no hace mucho). Finalmente quedó un atardecer bonito. Pasamos directos a recoger las maletas, control de pasaporte, rellenar la ficha de visita al país, y sin hacer el primer cambio de moneda, por fin salimos al exterior a las 20:00 hrs, pero ya era completamente de noche. El bochorno y la humedad se notaba al instante, nada más salir a la calle. Era de noche ¿y cómo podía hacer tanto calor? además en España estaba haciendo unas temperaturas bastante frescas para las fechas que son.
Vino un autobús de Travelplan a recogernos y nos llevaba al hotel donde nos íbamos a alojar las tres primeras noches. Nos esperaban casi 2 horas de camino, mientras la guía nativa nos explicaba costumbres y curiosidades sobre su país. Al ser de noche y estar atravesando constante selva, no se veía nada por la ventanilla.
Yo estaba de mal humor, quizás por el jet-lag (pues eran cerca de las 21:00 hrs. pero en Alicante ya eran las 4 de la madrugada), o porque me estaba quedando sin batería en el móvil y nos dijeron que los enchufes no son los mismos (¡y yo venía sin adaptador! parezco novata! ¿cómo demonios cargo el móvil para decirle a mi madre que ya llegué?) o por la humedad insoportable que me bufó el pelo nada más salir del aeropuerto, y ya no había marcha atrás porque la potencia de la luz tampoco es la misma que en España y nuestras planchas de pelo no se calientan lo suficiente. ¡¡Todo estaba en mi contra!!
Me quedé durmiendo en el autobús hasta llegar al resort, y cuando me desperté, no podía creer lo que estaba viendo. Un lugar tan perfecto que parecía irreal. Tenía la sensación de estar viviendo un sueño; algo que nunca podríamos olvidar. ¡Acabamos de llegar al paraíso!
>> El paraíso existe y está aquí <<