Reseña Still in a Dream: A Story of Shoegaze 1988-1995
A finales del pasado año comenzó a circular la noticia de que el sello Cherry Red Records preparaba un box set sobre la historia del shoegazing, ya saben, aquel estilo musical nacido a mediados de los ochenta, cargado de pedales de efectos, con melodías ensoñadoras y una actitud ensimismada sobre el escenario (shoegaze significa mirar fijamente los zapatos). Teniendo en cuenta cómo se las gastan los chicos de Cherry Red últimamente para confeccionar compilaciones (fueron los artífices del estupendo Scared to Get Happy: A Story of Indie-Pop 1980-1989 y de la reedición Deluxe de la mítica C86 de NME) la cosa prometía lo mejor. Y no parece que estuviéramos muy mal desencaminados.
Lo primero que puede llamar la atención en este monumental Still in a Dream: A Story of Shoegaze 1988-1995 (caja de 5 cds con libreto interior) es la ausencia de My Bloody Valentine, principales baluartes del estilo, caídos del tracklist por cuestiones de derechos (aunque presentes en el título: Still in a dream es una de sus canciones). Por lo demás, la selección es magnífica. Por sus surcos desfilan nombres imprescindibles de la edad de oro del movimiento: Slowdive, Catherine Wheel, Lush, The Boo Radleys, Curve, Ride, Chapterhouse o los pioneros The Jesus & Mary Chain. Ruido y melodía. Pop y feedback. Caricia y agresión. El género que nos ocupa, bastante maleable, permitía cierta facilidad de fusión con otros estilos. De esta manera encontramos conexiones con el dub (A.R.Kane), el Ethereal Wave (Cocteau Twins), el post-punk (Lowlife), el Psychedelic Rock (Spacemen 3, Spiritualized), el dream pop (Galaxie 500), el ambient (Seefeel, A.C. Marias), el post-rock (Bark Psychosis) o el Madchester sound (The Dylans).
También se rescatan diversas joyas de ignotos conjuntos ingleses (The Sunflowers, The Honey Buzzards, See See Rider, Honey Smugglers), se ofrece una retrospectiva sobre el impacto que obtuvo el género por América con grupos más (Ultra Vivid Scene, The Flaming Lips, Mercury Rev) o menos conocidos (The Belltower, Smashing Orange). Y, por supuesto, no olvida visitar otras latitudes (los neozelandeses Bailter Space, los japoneses Coaltar of the Deepers, los holandeses The Nightblooms, los australianos Swirl o los checos The Ecstasy of Saint Theresa), para que la hoja de ruta sea lo más completa posible. Por ahora, el recopilatorio del año.
Redacción: Dimas Cruz
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