Reflexión: me gusta imaginar

Jueves reflexivo: me gusta observar e imaginar

Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, y es el día del post improvisado. Hace tiempo que no hago esta sección así que estoy un poco desentrenada. Estoy terminando mi desayuno, y antes de salir quiero publicar el post. Y ahora, sin más rollo, empezamos.

Sabéis que me gusta mucho pasear y observar pequeños detalles para luego preguntarme y responderme sobre eso que he observado. Pues a veces encuentro cosas que me descolocan, y me invento historias.

En mis paseos nocturnos he visto un par de pisos adornados como si fuera Navidad.



Pero no es una casa abandonada con los adornos puestos, porque hablo de iluminación que encienden cada noche.



Al principio pensé que eran adornos sin más, luces de colores, que en verano apetece adornar las casas y terrazas, pero creo que son adornos de Navidad. ¿Vivirá en esa casa algún elfo navideño? ¿Quizás se ha caído del copo algún habitante de Villa Quien? ¿O tal vez simplemente es alguien que prefiere dejar los adornos todo el año, aunque con la subida de la luz, la verdad...?



Y esto me ha recordado una historia que os conté aquí, la del extraño San Nicolás. Después de escribir esa entrada volví a verle, siempre con esa indumentaria y rodeado de un equipaje que en realidad era toda su vida. Siempre leyendo y con aspecto pulcro a pesar de estar segura, porque ahora lo estoy, de que duerme en la calle.

Parece ser que pernoctaba en un portal que tenía una especie de "porche", pero los vecinos, para evitar que la gente durmiese ahí pusieron una jardineras gigantes, y desde entonces no sé donde duerme.

Sí que siguió acudiendo a la terraza del bar con su tablet. Pero poco a poco dejé de verlo, y hace tiempo que no sé nada de él. En el fondo de mi corazón espero volver a verlo en Navidad, con las luces de colores adornando la calle.

Y mi "último descubrimiento" es un hombre de edad indefinida, que pasea por la carretera por la que voy a al finca. Es por una zona que está cerca de una senda verde, así que imagino que suele ir por dicha senda.

Viste ropas gastadas, pero no raídas o hechas harapos, solo algo gastadas. Y le quedan grandes, suele ser una camisa de cuadros y un pantalón. Y lleva colgando un enorme crucifijo que parece hecho por él. Camina sin rumbo, unas veces en una dirección y otras en la contraria, pero siempre por la misma zona.

Lo he visto a primera hora de la mañana, a primera hora de la tarde, a mediodía, inluso el otro día, que fuimos en la moto y nos quedamos hasta muy tarde nos lo encontramos. Mi marido dice que quizás ha hecho alguna especie de promesa y ese es su peregrinar diario. Yo la verdad es que no sé qué pensar.

Bueno, esto se va acercando al final. Para ir acabando os diré que a veces es mejor lo que nos imaginamos que la realidad.

Desde hace año y medio más o menos, veía muchas mañanas, entre las siete y media y las ocho, a un grupo de señoras, con carritos de la compra, algunas incluso con el mandil debajo de la chaqueta, esperando en una esquina. Yo estaba muy intrigada y me imaginaba de todo: esperaban a un vendedor clandestino que traía productos de su huerta, que formaban una sociedad secreta que se reunía para arreglar el mundo, que planeaban un atraco como el que os conté aquí...

Y al final, hace poco, descubrí que son voluntarias de un local que vende cosas de segunda mano para ayudar a desintoxicarse a personas drogodependientes. Que es genial que se involucren y ayuden, pero yo me imaginaba que teníamos ahí una banda de abuelas justicieras o algo así, y nada, vaya chasco, jejeje. Cuando lo descubrimos mi marido se moría de risa con mi decepción.

Bueno, ya paro de bobadas, que no son horas. Mil gracias a todos por leerme y nos vemos el lunes con algo nuevo.

Muy feliz finde.