Hola a todos y bienvenidos un día más, ¿cómo va la semana? La mía bien, se me pasa volando, como el resto del verano, pero bien.
Hoy toca post improvisado, es temprano, la casa está en silencio y estoy con mi gato y un café y una infusión esperando.
Y sin más rollo empezamos.
Estaba pensando en algún tema para escribir mientras me preparaba el café y la infusión(me he viciado a un té de jazmín que madre mía qué peligro) y me he dado cuenta de que en lugar de pensar temas interesantes se me iba la mente a lo bien que lo he pasado estos dos últimos días en los que en realidad no he hecho nada especial, así que de eso voy a hablar, del placer de las cosas sencillas.
Ayer compartí en facebook(podéis seguirme aquí si os apetece) una foto de la playa diciendo lo chulo que había sido el día porque aún me duraba esa sensación de paz, tenía todavía estrellas en los ojos.
El martes por la tarde(el día que menciono arriba) nos fuimos a la playa y fue uno de esos días en los que no está tranquila, más bien al contrario, estaba llenísima de gente, y no hicimos nada que no hubiésemos hecho otros días de verano, vamos que no tenía ni una papeleta para que fuese un día de ensueño pero no sé por qué, me sentía especialmente feliz.
Estuvimos como una hora en el agua, y recorrimos la playa de un lado a otro por la orilla del mar hablando y observando, y tomamos el sol y merendamos y todas esas cosas que se hacen en la playa, pero vamos, nada raro.
Pues para mí, aún sin ninguna cosa que lo hiciese extraordinario el baño me pareció perfecto, nos reímos mucho y fue genial, el paseo fue absolutamente relajante a pesar de la cantidad de gente y el resto del día, perfecto.
Y ayer por la tarde nos fuimos a pasear por una zona por la que hacía tiempo que nos íbamos y sin hacer nada especial, solo charlar, reír y tomar un helado, sin más, me sentía realmente feliz.
La playa estaba hasta arriba(aquí hay hueco por la cercanía de las duchas pero mirad al fondo) pero aún así fue perfecto.
Si me remonto a hace unas semanas, mi madre, mi hermana y yo nos fuimos de tarde de chicas a pasear y a pasar la tarde y me pasó igual, no hicimos nada realmente especial, solo caminar sin prisa, ver el atardecer en una zona a la que hacía años que no iba, y hablar de nuestras cosas, reírnos y comer algo, nada fuera de lo normal pero esos momentos de relax, sin prisa(llegué a casa a las once de la noche) y salpicados de risa se me han quedado grabados.
Ese día fuimos paseando hasta una zona lejos donde hacía años que no íbamos, y tiene su encanto.
Hace como un año hice un post que os dejo aquí con 10 recuerdos felices de mi infancia y todos son de cosas sencillas. Tuve la suerte de hacer bastantes cosas a lo largo de mi infancia, como casi todo el mundo, pero las que de verdad se me quedaron grabadas son las más sencillas como las que os cuento en ese post; picnics en el bosque, un día en una isla...cosas que no olvido.
Este verano ha sido variado, he hecho alguna escapada, he tenido conciertos de mis hijos y de artistas consagrados, paseos, playa, excursiones, comidas familiares, festivales y eventos, y claro, complicaciones, visitas de hospital y cosas malas, pero los momentos que destaco son los sencillos, los que no cuestan dinero y llenan el alma, momentos de sentarme a leer junto a un río, momentos de mandarle whatsapps tontos a mi hermana, de ir a coger moras...
Eso no quiere decir que no me guste hacer cosas que cuestan dinero, obviamente siempre que puedo viajo y he intentado conocer bien Asturias y España, y he tenido suerte de viajar un poco por Europa e incluso he flipado al ver amanecer en el Sahara, además voy al teatro, a conciertos y todo lo que puedo. Me gusta mucho comer cosas ricas, irme a los muchos festivales que tenemos en la ciudad y comer lo que hay, claro que sí, y comprar libros, y caprichos, pero cuando me siento verdaderamente feliz, cuando tengo esa sensación de que todo está como tiene que estar es en los momentos sencillos. De hecho ese amanecer en el desierto fue perfecto porque estaba en familia y estábamos en un momento muy bueno.
El otro día recordaba una cosa con mi madre. Desde que mis hijos nacieron celebramos su santo, además del cumple. Y cada año hemos ido haciendo cosas distintas, unas veces nos fuimos a León a pasar el día(elegíamos zonas y veíamos de todo, cuevas de Valporquero, Astorga, La catedral...), otras a Cantabria con visita de Cabarceno incluida, otras por Asturias con visitas a museos(MUJA, La minería, La sidra...) pero hay uno que todos tenemos grabado.
Mis hijos tenían 3 y 4 años y nos fuimos a un área recreativa que no estaba demasiado lejos de casa, a algo menos de una hora, y llevamos comida para preparar allí una barbacoa.
Vernos a mi padre y a mí cual Arguiñanos en la parrilla ya era un cuadro, y lo demás fue genial. La comida estaba riquísima, y de postre habíamos llevado una tarta pequeña que nos supo a gloria.
Luego les dimos a mis hijos regalos por el santo, que eran cosas para jugar al aire libre, así que nos lo pasamos pipa jugando con ellos, y a la caída de la tarde fuimos a pasear por el bosque y a una fuente preciosa que hay.
Luego tocó recoger y antes de ir a casa paramos en un merendero a tomar unas sidras, y fue un día redondo, de aire, sol, monte y muchos abrazos y risas sin necesidad de complicarnos, cosas sencillas de esas que se disfrutan mucho.
Para acabar que ya me he enrollado mucho, os diré que esta semana estoy en modo zen y me ha dado por disfrutar. Además planeo para hoy salir a pasear de noche y contar estrellas, no sé si iremos a la playa o a una zona sin contaminación lumínica, pero espero seguir sintiendo esa sensación tan buena que me acompañado estos días porque he recordado, sí, pero sin nostalgia, y he saboreado el momento.
Muchísimas gracias por leerme y me encantaría que me dejarais en comentarios algunas cosas sencillas de esas que se os quedan grabadas, un paseo a la luz de la luna, una tarde a la orilla del mar, una carta que llegó en un momento especial.
Nos vemos el sábado con el repaso semanal.
¡¡¡¡¡¡Feliz jueves!!!!!