También conocido como el ‘Monje Loco’, Grigori Yefímovich Rasputín (1869 – 1916) fue un célebre místico ruso que, con escasa formación educativa y un origen campesino, tuvo trascendental influencia sobre la monarquía rusa. Responsable de milagrosas curaciones, ha sido históricamente descrito como un ser espiritual, de facultades extrasensoriales asombrosas, y un especial don para la premonición. Aquí te presentamos cinco de sus más espeluznantes predicciones:
El útero de la mujer será como la tierra de los ríos; estériles serán ambos. Y ello será incluso una gracia, porque el útero no estéril y la tierra no estéril parirán monstruos. Día desventurado será aquel en que el útero materno será comercializado, como se comercializa la carne de los bovinos. En este tiempo, el hombre, criatura de dios, se convertirá en criatura de la ciencia.
Los venenos abrazarán a la Tierra como un fogoso amante. Y en el mortal abrazo, los cielos tendrán el hálito de la muerte, y las fuentes no darán más que aguas amargas, y muchas de estas aguas serán más tóxicas que la sangre podrida de la serpiente. Los hombres morirán a causa del aire, pero se dirá que han muerto del corazón o de los riñones… Y las aguas amargas infectarán los tiempos como la cicuta, porque las aguas amargas alumbrarán tiempos amargos.
Las plantas, los animales y los hombres, han sido creados para quedar divididos. Pero llegará el día en que no habrá más fronteras entonces el hombre será medio hombre y medio vegetal. Y el animal será animal, planta y hombre. En estos campos, sin más fronteras, veréis pastar a un monstruo, llamado kobala.
Cuando vuelen las imágenes, madurará un fruto venenoso, y serán muchos quienes lo comerán. Y el fruto venenoso transformará a los hombres en animales, incapaces de alzar la cabeza al cielo… Las imágenes que vuelan consumirán las fuerzas del hombre, pero el fruto venenoso embriagará al hombre. Y cuando todo haya acabado, el hombre se volverá a encontrar cansado y desgarrado, más hambriento que antes.
El aire que hoy desciende a nuestros pulmones para llevar la vida, llevará un día la muerte. Y llegará el día en que no habrá montaña ni colina; no habrá mar ni lago que no sean envueltos por el hálito fétido de la Muerte. Y todos los hombres respirarán la Muerte, y todos los hombres morirán a causa de los venenos suspendidos en el aire. Enfermarán las plantas y morirán una tras otra. Los bosques se convertirán en un enorme cementerio, y entre los árboles secos vagarán sin rumbo hombres aturdidos y envenenados por las lluvias venenosas.
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