La borde: escribo lo que me sale de los ovarios.
La políticamente correcta: es un género que me gusta leer, y disfruto escribiendo historias de amor. ¿Tú has leído alguna, por cierto?
La racional: Ni idea. Y para eso es este post. Confieso que a veces me he hecho yo misma esta pregunta, así que declaro éste un post de “autoentendimiento”, que tampoco me viene mal.
Algunas de las personas —hombres, la mayoría— que me preguntan que por qué escribo novelas de este género, no han leído en su vida una sola novela romántica y sus argumentos contra ellas tienen poco que ver con la crítica feminista. Simplemente, les parece un tipo de novela cursi, simplona, empalagosa, propia de mujeres que sueñan con un tipo de amor que no es real. (He buscado romántico/a en el diccionario de la RAE y ojo a su definición: sentimental, generoso y soñador. ¿Generoso? ¿Soñador? )
Otras personas sí esgrimen argumentos feministas a tener en cuenta:
son novelas que ponen el amor y/o el matrimonio como única razón/propósito vital de una mujer; muestran a la mujer (y al hombre, entiendo) como un ser humano “incompleto” sin el otro (o la otra); proclaman el amor en pareja como una unión sublime, salvadora y eterna (el imprescindible: … fueron felices y comieron perdices por siempre jamás, broche de oro de cualquier novela de amor que se precie), y a menudo, implican un sentimiento de “posesión” del otro/otra.
Además, el feminismo también denuncia que perpetúan la desigualdad entre sexos en la medida en que en esas novelas el hombre asume el rol dominante y la mujer es la parte débil o vulnerable, a la que hay que proteger (me refiero a las historias románticas heterosexuales; en las homosexuales esta última premisa supongo que desaparece o cambia).
(Un inciso: el mundo de la canción pop, rock, hip hop, etc, además de gran parte de la industria del cine, la tv y la publicidad —anuncios de lotería de Navidad incluidos— también deberían hacerse mirar esto de reproducir o transmitir ideales de amor romántico como aspiración individual y colectiva de una sociedad hambrienta de ellos. La forma en que entendemos/buscamos/vivimos el amor, lo mamamos de nuestra sociedad y nuestra cultura desde que nacemos).
El amor romántico está en el aire
Retomo el hilo: Para ser sincera, muchas novelas románticas sí reproducen algunas o todas estas críticas feministas que suscribo, por cierto. Si no, no serían novelas románticas ¿no? El amor, para bien o para mal, y por muy feministas que seamos, ocupa un lugar central en nuestra vida.
Sin embargo, también creo que influye mucho cómo representamos esas críticas feministas en la trama, personajes y contexto de la novela. Cómo nos posicionamos las autoras (si es que lo hacemos) ante esa visión del amor y del papel de la mujer en una relación amorosa, que a menudo nos rechina.
El género romántico ha evolucionado mucho en las últimas décadas, tanto como lo han hecho los tiempos y el papel de la mujer. A fin de cuentas, las que escribimos novela romántica somos mujeres de nuestra época, con nuestras propias ideas, cultura y educación (muy diversa, por otra parte) y una visión del lugar que ocupamos en la sociedad muy distinto al que tenían nuestras abuelas o incluso nuestras madres.
Y admitiendo que los argumentos feministas tienen gran parte de razón, también creo poder defender un tipo de novela romántica en la que si bien la búsqueda del amor idealizado es tema central de la trama, presentan personajes y subtramas paralelas en las que la protagonista femenina vive tiene su propio desarrollo personal y profesional al margen del protagonista masculino, y como chica de su tiempo que es, aspira a una relación de pareja en pie de igualdad con el chico en cuestión. (Esto es al menos, lo que intenté en La estúpida idea de dejarte marchar).
Y sí, también hay que reconocerlo: esto da lugar a un universo de novelas casi inabarcable y tan variado en temática, tratamiento y calidad como autoras hay en el género: sin demasiada dificultad podemos encontrar tanto novelas escritas por jovencitas con escasa educación sexual-sentimental a sus espaldas que parecen validar conductas adolescentes rayanas en la violencia machista, como autoras que utilizan la romántica para ofrecer una historia con personajes femeninos fuertes, libres, independientes, además de un planteamiento actual poco machista y una buena narrativa, cuyo único fin —como toda novela de género, ya sea romántica, histórica, de terror o policíaca— es entretener al lector. La horquilla es tan amplia como edades y gustos tienen nuestras lectoras.
Así que… ¿por qué escribo novela romántica?
Pues creo que es porque el amor romántico, actualizado a mi visión del mundo hoy y pasado por el filtro de mi propia experiencia, me sigue emocionando. Y porque estoy convencida de que las historias románticas se pueden contar desde algunos de los planteamientos feministas sobre el amor (no somos mujeres incompletas si no tenemos un hombre al lado, al igual que encontrar el amor no es la razón de mi vida; el amor no es posesión, es libertad, etc.), y al mismo tiempo, ser beligerantes con conductas de violencia machista y discriminaciones varias.
O quizás es simplemente porque creo que hay muchas lectoras que, como yo, disfrutan de una buena novela romántica sin que ello implique que nos tenemos que flagelar por hacerlo, o que renunciamos a defender la igualdad de la mujer en la sociedad.
Y tú, ¿por qué lees o escribes novela romántica?