Si llevar a cuesta una nacionalidad en un país cada día se hace más difícil, un país que permite que se nos vulneren los derechos más fundamentales -derecho a la vida, integridad personal, igualdad-. Colombia lo tiene todo para ser reconocido no como referencia de corrupción y problemas internos, sino como punto de comparación por sus riquezas, gente y patrimonio.
Que gratificante y satisfactorio sería decir Soy de un país de personas luchadoras, héroes silenciosos, de madres fuertes, hijos valientes y nietos pensantes; un país donde el tipo de religión que practiques no sea tomado como punto de partida para decidir sobre ti, donde el color de piel pasará a un segundo plano y se rompen las cadenas que un 20 de julio de 1810 dejaron de existir, donde tu condición sexual no sea mirada como una aberración y una enfermedad, donde tu voto como Colombiano de verdad valiera más que $ 20.000 o una teja de zinc, donde los deportistas no fueran llevados a hombros solo cuando vienen en su pecho con una medalla o un su mano con trofeo; un país donde se creara personas consientes, pensantes y responsables en una sociedad igualitaria.
Qué lástima que este pensamiento solo se quedara en este texto, por que lamentablemente aquí decir lo que se piensa es un delito, tener un color de piel distinto es ser menos que otros y decir que se es homosexual es algo aberrante; un país con una doble moral, donde los que promueven iniciativas en pro de algo siempre van en beneficio de unos pocos, donde los derechos fundamentales tan solo se quedan escritos en una constitución que a diario es violentada y masacrada en las manos de los mismos, con nombres distintos pero con un mismo objetivo -lucro propio- Cuanta gente pobre que se levanta diariamente a buscar algo que darle a sus hijos, cuantos deportistas que entrenan más por menos, cuantos profesionales que se limitan a tener un título enmarcado en la sala de su casa, cuanto estudiante que al terminar el grado once no sabe para dónde coger ni que hacer, cuanto agricultor que con sus manos llenas de cicatrices día a día siembra para recoger tan poco, cuanto enfermo en hospitales y clínicas esperando una cama para poderse recuperar y cuantos más esperando 3 meses para puedan ser atendidos.
Yo soy uno de esos $ 45.000.000 millones de Colombianos que siente, sufre, ríe, y sobre todo llora cuando ve que a mi país le falta mucho para poder cambiar, para que la paz sea real.
Lo bueno de esta historia es que se como para muchos de nosotros sale el sol y vemos un nuevo día, tenemos todos para ser lo que queremos ser; solo depende de nosotros mismo cuánto tiempo más vamos a gastar en reaccionar... Por eso digo "Que difícil es ser Colombiano en Colombia".
Ferney T. Palacios.