Del 1 al 15 de octubre los hombres se pintan una uña, una uña que el año pasado hizo llegar la campaña a 54 millones de personas. Se espera que este año el número sea mayor y las donaciones recibidas se llevan a centros de caridad.
Pero, ¿de dónde viene la idea de pintarse una uña? Costello estuvo trabajando en Camboya, donde se encontró con una niña llamada Thea. Hablaron durante horas y, al finalizar su conversación, Thea le pintó las uñas de azul. Había perdido a su padre cuando tenía 8 años y, como su familia no tenía ningún tipo de ingresos, su madre la envió a un orfanato, esperando que allí le dieran una vida mejor que la que ella podía ofrecerle. Sin embargo, en el orfanato recibió abusos físicos y sexuales a diario por un trabajador del mismo, alguien que debía, en teoría, cuidar de ella y protegerla.
A día de hoy, miles de hombres se han sumado a la iniciativa de mostrar su apoyo en las redes sociales a esta misión. "Esperamos que esta campaña progrese cada año, que los hombres marquen el cambio sobre qué significa ser un hombre —incluyendo liderazgo, compañerismo y coraje que sirven para ayudar, no herir."
Puede que pintarse una uña y mostrarlo en las redes sociales no cambie nada, pero hace más de lo que parece. Puede que esas personas no donen a favor de esta campaña, pero están lanzando un mensaje: están luchando contra algo que mucha gente cree que no existe. Están mostrando que están en contra de este problema. Es cierto que pintarse una uña no es un gran cambio ni una gran ayuda, pero no por ello es menos importante. Para solventar problemas sociales como este, que ocurren a nivel mundial, el primer paso es concienciar a la gente. Tal vez parezca algo insignificante, pero tiene mucha importancia y las redes sociales son el mejor medio para hacerlo.