Un hombre llama a su esposa desde el trabajo y le dice:
– Querida, el Jefe me encargó que lo acompañe a pescar a Canadá con algunos clientes muy importantes.
-Nos vamos por una semana y ésta será una muy buena oportunidad para conseguir mi tan ansiada promoción.
-No te olvides de meter suficiente ropa para una semana, además de la caña de pescar y la bolsa con los anzuelos, y cuando salga de la oficina lo paso a buscar…
-¡Ah, y no te olvides de incluir mi pijama de seda azul!
La esposa piensa que esto suena un ‘poquito’ extraño y que era de lo más llamativo que necesitase un pijama tan lujoso para una excursión de pesca, pero, como buena esposa, hizo lo que su marido le pidió.
Una semana después regresa el marido, un poco cansado, pero contento.
La esposa le da la bienvenida y le pregunta:
-¿Pescaste mucho?
– ¡Ufff!… -contesta él-. No dejamos una trucha ni para muestra. Pero… ¿Por qué no metiste mi pijama azul, como te pedí?
Y la mujer le responde: – Sí que lo hice… ¡lo puse en la caja de los artículos de pesca.
(La inteligencia es algo que se adquiere poco a poco, con sacrificio y mucha mala leche).