Oculta bajo el manto de la noche se hace más negra y es tan borde que te provoca para iluminar tu estancia y verla además de sentirla.
No eres tú quien pisa la sombra es ella la que te aplasta.
Le da igual, se posa sobre todo tu cuerpo, piel, huesos, músculos, incluso las vísceras.
No puedes distinguir bien cual es el dolor más nuevo, cual el más viejo como el número de tus días.
No quiere dejar que te muevas y sus lazos son más fuertes que los del mejor y más dulce amante.
Te avisa para que no alargues el brazo, para que continúes desnuda bajo las sabanas que te estorban.
Cuando abres la boca para hablar, modula tu voz, desdibuja tus palabras y "se te lengua la traba".
Deja que sea tu mente la que grite por ti, borra tu sonrisa del rostro que a veces no reconoces.
No deja que saborees el alimento matutino porque masticar duele, y si quieres girar la cabeza para besar a tu verdadero amor te lo impide.
La sombra del dolor es tan real y celosa de ti que no te permite el más mínimo detalle.
No quiere que la abandones fuera de la sala de un cine o un restaurante. No quiere que te reunas con amigas por la noche como en tu juventud. Siempre a tu lado, siempre siempre.
No le gusta tu casa ordenada, se instala cómodamente en lo que era tu hogar, tú sofá, la cocina, el baño. Le gusta el desorden y el polvo que a ti te enervan.
Como es imperativa ejerce así y ves languidecer las flores que un día pusiste en el jarrón. Ves como el polvo cubre el mueble que compraste llena de ilusión, el caos es otra sombra que se suma a la anterior.
Si haces de necesidad virtud has de desprenderte de los objetos más queridos para ti, hermosos o feos, pero tuyos van a parar a otras manos que tal vez no los mimen.
Te desprendes de tu melena, el maquillaje, los anillos, los pendientes y buscas ropas sueltas, casi añoras un burka que todo lo tape.
Otros amores como la lectura, la escritura la fotografía, se vuelven complicados, tienes que leer más de una vez la misma frase, y tardas mucho más en finalizar un libro porque sostenerlo en tus manos puede ser a veces un esfuerzo titánico, te tiembla el pulso para hacer un disparo fotografico.
Así es todo porque hasta hablando sientes que has regresado a los tiempos en los que querías decir cosas y palabras y no salían, aunque entonces era por desconocimiento de ellas, no por incapacidad.
Si pese a todo lo anterior te rebelas, revuelves y luchas, las batallas ganadas parecen pírricas y aún así conoces la felicidad. Demos gracias a la Sombra.
Sabes que no estás loca ni obsesionada, no son imaginaciones, pero saber no te cura, te consuela que no es poco.
Vives con la sombra del dolor y lo conjugas en presente con tu gente, tu entorno, no quieres dar pena ni sentirte incomprendida como si fueses un bicho raro, porque para los demás "es que eres tan rarita", por eso quieres sonreír y no presentar mal aspecto, tal vez resulte que tu sonrisa sea una mueca y tu aspecto lamentable, o todo lo contrario. No importa.
Presentas batalla agotadora, has de presentarla por ti y por quien te importa, a veces hasta engañas al personal.
A veces , muchas veces, hasta te ríes.