Igual pensareis que estoy tonto o loco por venir en pleno verano a una ciudad como Madrid donde el fuego cae literalmente y no hay playa para refrescarte. La verdad es que vivo en el sur y la playa la tengo muy vista, a pesar, de ser verano y apetezca estar en ella, así que cuando tengo tiempo y unos ahorros prefiero viajar a lugares donde me encantan, me siento seguro y para hacer cosas que en mi ciudad no puedo hacer, así que ese destino sin duda, una vez más, fue MADRID.
Para mi primer día de ciudad, quise ir lo más cómodo posible. Y estrene mis pantalones azules marino de Primark (nueva temporada) y mi camiseta de tirantes con motivos étnicos, una de mis favoritas. Le quise añadir un plus de comodidad y me calcé mis cangrejeras negras. Las pulseras de madera y el intercambio de las mismas con amigos no pueden faltar en mi verano, me recuerda a mi niñez y me niego a dejar de hacerlo, por muy infantil que parezca.
En verano, se puede seguir soñando en Madrid porque siguen sus teatros, los estrenos, las luces, los colores y su ruido. La gente, la diversidad y un escaparate diario. Las terrazas, el mercado de San Miguel repleto de cañas frescas con su tapa, y esos edificios más castizos desprendiéndole a la ciudad una energía positiva.