Antes, mucho antes de que existieran los Pantones y los códigos de color estandarizados, incluso antes de que la fotografía en color fuese algo cotidiano, la descripción de los colores se hacía con palabras. Eso no quiere decir, no obstante, que no existiesen guías de consulta –prácticamente– universales que se utilizaban especialmente en el campo de las artes y las ciencias. Y la de Werner podría decirse que es una de las más conocidas e importantes. Publicada en el año 1814 por el mineralogista alemán Abraham Werner, la Nomenclatura del color no era más que una descripción detallada de los colores que recogía todos los matices posibles y una explicación específica de dónde encontrar el tono en cuestión; una clasificación que fue revisada y completada por el pintor escocés Patrick Syme a finales del siglo XIX, quien agregó muestras de color junto a cada descripción, haciendo algo más sencilla la tarea de identificar las tonalidades. Sin embargo, casi doscientos años más tarde, incluso la aportación de Syme parece insuficiente para las tecnologías actuales, más todavía teniendo en cuenta que las descripciones y muestras de los colores deben consultarse en un libro antiguo –escaneado y digitalizado por Internet Archive, pero un libro al fin–. Por eso, el diseñador y artista norteamericano Nicholas Rougeux ha creado Werners nomenclature of colours, la versión web y mejorada de esta antigua e importantísima guía de consulta.
El proyecto de Rougeux es fiel al original, con el agregado del trabajo de investigación que ha llevado a cabo para incluir información adicional especialmente útil para identificar con mayor precisión los colores que Werner describe y Syme más tarde matizó con su pincel. Esta versión digital del manual clásico incluye fotografías reales de los objetos, animales y plantas que Werner describía en el original y tiene la ventaja, además, de que permite navegar fácilmente de un color a otro con solo hacer clic sobre la tonalidad que queremos explorar. Este gesto romántico de recuperar una obra de valor incalculable y acercarla al público para que pueda no solo explorarla, sino disfrutarla desde una nueva perspectiva, más actual y contemporánea, pero al mismo tiempo tradicional y conservadora, responde al deber que todos tenemos de conservar el patrimonio cultural que hemos heredado de nuestros antecesores, un movimiento al que muchos museos se están adhiriendo cuando digitalizan todo o parte de sus catálogos, pero que en proyectos como el de Rougeux toman un cariz todavía más valioso. Werner, A., (1821), Werners nomenclature of colours, Edinburgh: Printed for William Blackwood, Edinburgh, and T. Cadell, Strand, London
Werners nomenclature of colours – Nicholas Rougeux