Reflexión: Internet, otoño y flores de colores
Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves, me ha volado la semana, que para mí está siendo de locos. Hoy toca el post reflexivo, así que aquí estoy, bien temprano y buscando algún tema para hablar. Y ahora, sin más rollo, empezamos.Estaba yo pensando en lo muchísimo que dependemos de Internet. Por mucho que digamos que no, dependemos mucho: demasiado.El otro día hubo un fallo masivo en el sistema de mi compañía de Internet. De repente nos vimos sin Internet en casa ni en los móviles. De pronto recibimos todos un sms que nos dice que han restringido el servicio porque el banco ha devuelto la factura. Nosotros estamos perplejos, pero bueno, llamamos al número indicado y ese número nos dice que consultemos la web ¿Cómo podemos consultar sin Internet? Entonces se nos ocurre mirar la banca on line, a ver si la factura ha sido devuelta. Y claro, ¿cómo consultar una banca on line sin Internet? Intentamos llamar a un número de la compañía, pero no teníamos servicio. Y por fin, a las tantas, en el número gratutio se pone una persona y nos dice que está todo correcto, que es un fallo masivo del sistema y que se restablecería en breve. Al final tardó un día y pico más en resolverse. Y nos perjudicó bastante porque mi marido no pudo fichar al entrar en el trabajo, ya que lo hace con aplicación, mi hijo no pudo pagar una cosa por la misma razón y mi hija estaba de viaje y se asustó con el mensaje. Además, obviamente, nos quedamos sin plataformas para ver nada, ni el canal que tenemos contratado, ni pude avisar a mi hermana...estábamos totalmente incomunicados.
Al final la sangre no llegó al río y se arregló todo, pero esos casi dos días me hicieron pensar. Dependemos de Internet para la tele, para las redes sociales, para pagar, para cualquier trámite...Y la verdad es que me gustaría cambiar eso. No sé cómo pero me gustaría.
Y cambiando de tema, qué bonito es el otoño. Y no solo por los ocres, los granates y los marrones. El otoño tiene muchos colores, el amarillo de las flores de la hiedra y del diente de león, el rojo y naranja de los frutos que salpican los árboles y los matorrales, el morado de la flor del falso azafrán y la centáurea, el fucsia de la flor del trébol y el blanco de las ipoméas y las margaritas.
Eso me hace pensar que a veces nos quedamos con algo y no vemos más allá. El otoño, al menos en mi tierra, es una estación muy colorida.
Y las flores que han estado dormidas durante la primavera y el verano despiertan ahora. Y los prados que en verano se han vuelto amarillos recuperan el verde, y el mar se vuelve grisáceo y profundo. Los bosques están más fragantes que nunca, huelen a musgo y coníferas y todo parece más vivo. Las hojas muertas que bordean los caminos acompañan los paseos con su crujir que curiosamente está lleno de vida.
En esta época siempre he disfrutado mucho, he hecho picnics, excursiones y planes. He celebrado Halloween (Samahin, hace más de 20 años que lo celebro), he ido al Festival de cine, a encuentros con premiados con el Premio Princesa de Asturias y he hecho escapadas. Es una época de salir mucho, de cocinar cosas ricas con olor a calabaza, manzana y canela, de merendar chocolate con churros y castañas asadas y de empezar a ilusionarnos con la Navidad.
Y después de este rollo que os he metido me despido. Estos días no estoy visitando vuestros blogs, entre dos días sin Internet y mi poco tiempo no he podido pero poco a poco lo iré haciendo.
Mil gracias a todos por leerme y nos vemos el lunes con algo nuevo.
Muy feliz finde a todos.