Decía que nos lo teníamos que intercambiar todo; todo menos los novios. En eso, ella se las apañaba sola, mientras que yo…
Un día conocí a Nacho, en la biblioteca. No era guapo, le quedaban marcas de acné en la cara y era delgaducho, pero tenía una sonrisa preciosa que asomaba tímidamente cada vez que se encontraban nuestras miradas. Un tiempo después me invitó al cine y a cenar en una hamburguesería de barrio. Nos besamos a oscuras en mi portal, eso fue otra noche.
Unas semanas después me dijo que estaba loco por mí y yo le confesé a mi amiga que también estaba loca por él, que era el chico más guapo y tierno del mundo. Ella se rio de mí: «Anda ya, no seas ñoña», me dijo.
Ayer Nacho rompió conmigo. Me dijo que lo perdonara, que no sabía cómo había ocurrido, que el amor era así de loco y se había enamorado de otra chica. La rabia y mis gritos se me desinflaron entre las lágrimas incontrolables, y lo único que acerté a decir era que me encantaba su mochila negra de flores tropicales y esa sudadera verde que llevaba anudada a la cintura, tan a juego.
(Dedicado a Miguel Ángel, por sus sabios consejos)
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