San Andrés Xecul, plantada en la parte más llana del pueblo, a los pies del cerro de Chuicul, del que toma su nombre, data del siglo XVII y a su alrededor flota un aura de misterio y leyenda.
La más curiosa es que casi acabada su construcción, y a falta de los adornos de la fachada, se quedó sin sacerdote y sin canteros que pudieran finalizar la obra, así que los habitantes del pueblo decidieron hacerlo ellos mismos, dándole el aspecto que vemos hoy en día basado en su gusto, cultura y tradiciones.
Para ello pintaron el fondo sobre el que trabajarían con el color amarillo propio del maíz, alimento primordial en la dieta indígena. A continuación fueron añadiendo esculturas y relieves que tenían que ver con su cultura prehispánica, transformando a sus antiguos dioses en los santos que bajo su aspecto seguirían adorando.
Los colores utilizados son los que identifican los cuatro puntos cardinales, el rojo, el blanco, el verde y negro, rellenando los espacios que rodean las figuras con todo tipo de vegetación de flores y frutas propias de la zona y que para ellos era parte de su visión mística de la creación del mundo.
De las casi 200 imágenes que pueblan la fachada, destacan el del santo tutelar, San Andrés, Santa Clara, San Cristobal y San Antonio de Padua.
No hay duda de la influencia del Popol Vuh, el manuscrito del que hemos hablado y que viene a ser para los mayas lo que para los cristianos es la Biblia.
En lo alto del cerro siguen aún realizándose ceremonias mayas donde se quema el sagrado copal y se honra a los ancestros y a la naturaleza. Es desde allí desde donde se tiene una vista de la iglesia que incluye la cúpula pintada en franjas de colores para recordar a la pelota de hule con la que los mayas realizaban el juego de pelota.
Ya dentro, prima la sencillez en el color, con un inmaculado blanco que viste las paredes y resalta el color de las imágenes que se encuentran en las paredes y altares. Sin duda una mezcla asombrosa de creencias y estilos artísticos.
Seguimos nuestro camino hacia Quetzaltenango o Xela, como la conocen los guatemaltecos.
"El lugar donde hay quetzales", según denominación indígena, es una de las ciudades más importantes de Guatemala, y su importancia cultural es reconocida en toda Centroamérica, sobre todo por ser centro universitario de gran prestigio y por los edificios neoclásicos que salpican la ciudad.El Parque Centroamérica es sin duda el corazón de la ciudad, construido en 1938 alrededor de él se articula la vida política y social de la ciudad.
Destacan dos construcciones en particular: el quiosco o rotonda que homenajea a uno de los autores del Himno Nacional, Rafael Álvarez Ovalle...
Y el monumento a Justo Rufino Barrios, presidente de la República entre 1873 y 1855, bajo cuyo mandato Guatemala vivió un desarrollo no visto hasta el momento.
De los edificios que rodean la plaza, el más importante es el de la Municipalidad, construido en dos niveles en estilo neoclásico con todos los elementos que caracterizan a las antiguas construcciones romanas, como columnas, frontones, cúpulas y bóvedas.
Durante su construcción, que comenzó en 1812, se produjeron varios cambios en su diseño, pero lo que nunca se modificó fuel la idea inicial de las 10 columnas que representarían a los llamados diez señoríos del Estado de los Altos. A lo largo del tiempo, el edificio tuvo varios usos adicionales, incluyendo el de primer hospital de Quetzaltenango. Su precioso patio interior tiene un bonito jardín con un altar, que rinde homenaje a la "Llama de la Libertad".
A su lado encontramos la Iglesia del Espíritu Santo, de la que nos sorprenden sus dos fachadas que contrastan enormemente. La de estilo colonial pertenece a la primera edificación, que data de 1532 y conserva aún gran parte de su decoración original. Es la única parte que se conservó y restauró tras sufrir varios terremotos.
En 1899 se levantó, en su costado un nuevo templo de líneas más clásicas, que no se finalizó del todo hasta 1991, aunque en 1954 se consagró e inició su andadura como templo principal de Xela.
Seguimos rodeando la antigua plaza de armas para ver el siguiente edificio, la Casa de la Cultura, que se construyó en 1875 como prisión y cambió de función en 1960 para ser sede del Museo de Arte e Historia Natural y de la Marimba. Desgraciadamente no pudimos acceder a su interior, que posee una colección muy valiosa de cerámica precolombina, que junto a documentos y objetos de gran importancia histórica hacen del lugar un referente cultural fundamental en Quetzaltenango.
Nuestro siguiente punto de interés es la Casa Noj, antiguo Edificio de Gobernación y actual Casa de Cultura, donde según las leyendas habitan varios fantasmas.
Para finalizar este recorrido entramos en el Pasaje Enríquez, construido en 1900.
El edificio se levantó para dar espacio en su planta baja a locales comerciales, siendo la primera planta la casa familiar.
A mediados del siglo pasado, la familia tuvo que vender la propiedad, pasando a ser adquirida por un grupo de propietarios que con una visión diferente transformaron los locales comerciales en bares y restaurantes que se convirtieron rápidamente en lugar de ocio y reunión de quetzaltecos y turistas.
Terminamos nuestra visita por Xela acercándonos al magnífico Teatro Municipal de Quetzaltenango, que hoy muestra un aspecto muy diferente del que tenía en 1895, cuando se inauguró con gran pompa y fama.
Dañado por varios terremotos, estuvo a punto de ser demolido, pero logró salvarse, y cual ave Fénix resurgió de sus cenizas, embellecido más aún por un frente en estilo neoclásico añadido en 1908.
Con una capacidad de 1050 espectadores, está dotado de todas las instalaciones y comodidades de los grandes teatros, como un impresionante vestíbulo, amplios camerinos, palcos y salones de recepción. La vista del escenario es una maravilla.