Parece ser que la fiebre da receso, así que aprovecho para escribiros la segunda parte de mi viaje a Granada
Una anécdota graciosa que me llevo de esos tres días fue que durante el segundo día se me antojó por A o po B desayunar churros con chocolate. No puedo ser más de pueblo. No sé muy bien si desde dónde me leéis sabéis exactamente que son los churros. Pero ya os digo que en Granada son porras. Iba con mi ilusión de desayunar churros y toma porras. Después me despertó la curiosidad de saber si realmente allí llamaban a los churros porras y así era. Ni un día más se me pasó por la cabeza querer desayunar churros.
Durante ese día, decidimos adentrarnos a investigar por las estrechas y preciosas calles del Zoco en búsqueda de pequeños recuerdos para llevar a casa. No hay viaje que no lo haga. Me quedé totalmente impactada, es como entrar en otra dimensión cultural. Aprovechando la posición, parada obligatoria: la catedral. Además, justo al lado de ésta también podéis encontrar otra iglesia que tampoco tiene desperdicio alguno.
Finalmente, nos dirigimos hacia nuestro objetivo del día: perdernos por las calles del barrio del albaicín hasta llegar al más que famoso mirador. Sinceramente, y sé que muchas de vosotras me mataréis por ello, no me impactó demasiado. Lo vi excesivamente saturado, de hecho, durante la bajada, topamos por casualidad con la exposición de la Casa Museo Max Moreau la cual tenía una terraza con exactamente las mismas vistas y ahí si disfruté de una perspectiva maravillosa.
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