El reto crece en tiempos de confinamiento, pues realmente jamás he visto en persona a ninguno de ellos; no hay esa sensación del primer día de trabajo; esa donde te pasean por la oficina presentándote al gerente general y al gerente de tintos, donde todos te saludan con una sonrisa tímida y expectante. No, no fue así, porque sigo en la casa , en el computador y solo por cámara con el fondo borroso de todos; evitando que cualquier hijo salga en cámara en toalla o se vea un desorden en el fondo de la imagen. Así que acoplados a este modo de teletrabajo; que agradezco por mi salud y la de todos, comencé a recibir poco a poco las funciones que el cargo indica. La persona que me está entregando el cargo, habla con claridad, franqueza y simpatía; y así todo se recibe bien.
Fue en uno de esos momentos en que la actitud de mi interlocutor era casi casi maternal y dedicada a que entendiera todo; que pensé si yo había logrado transmitir lo mismo a la persona que recibió mi cargo.
El cargo que desempeñaba anteriormente implicaba una cantidad de tiempo al teléfono con clientes en distintas latitudes. Hay un producto que quiere ser promovido en un mercado muy especial y me dedicaba a llamar y conversar con los dueños de los procesos en cada compañía e investigar la manera como el producto puede apalancar sus proyectos.
La venta consultiva, puede ser caótica o un espacio increíble para crearle sueños a quienes inmersos en sus procesos diarios necesitan productos que hagan su vida más eficiente. Yo escogí la segunda.
La persona que tomaría mi cargo se dispone a escuchar la primera llamada del dia que yo haré. Tiene su libreta en la mano y juega con el lápiz como baqueta de batería. Ha recibido un entrenamiento previo, y aunque no es el quien realizara la llamada, se ve ansioso.
Timbra dos veces el telefono y una voz gruesa contesta:
el: Si? a la orden?
yo: Buenos días, mi nombre es Paula y lo llamo de la empresa XXX, quiero hablar con la señora Judith del Valle (nombre ficticio para este articulo) en el departamento de TI.
el: mmmmm ella no está, ¿para qué sería?
yo: Somos, una empresa de tecnología que quiere ofrecer un servicio para migrar sus datos a la nube. – me interrumpe –
el: ¡Ella ya hizo eso!
yo: ok. ¿Puedo hablar con la señora Del Valle para hacerle unas preguntas?
el: A mí también me gustaría hablar con ella, pero falleció .
La cara de mi aprendiz fue indescriptible a través de la cámara ; pensé que él sería el siguiente. Yo tomé aire, pensé, tome un poco de agua en medio del silencio incómodo y luego le di mis condolencias al Señor y me despedí cordialmente; no sin antes preguntarle amablemente por el nombre de la nueva persona en el cargo; a lo que accedió y luego terminó la llamada.
Miré a mi aprendiz quien sostenía su cara entre sus manos y no sabía si llorar o reír. Y para eso son los viernes… Le dije, no creo que nos acepten esto como una oportunidad de negocio, a lo que él contestó: ¡pues… ella la migró a la nube! ¡Y aun así conseguiste el dato!
A veces debemos fracasar de manera espectacular para conocer cosas de nosotros mismos. Saber que aun cuando llevemos años realizando una labor, algo puede sacarte del status quo y ese es el momento de verdad. Colgar el teléfono era una opción, pero no debemos olvidar que detrás de cada voz que escuchemos, hay una persona; y que la forma como nosotros la tratemos puede cambiar por completo su día. Un jefe hace muchos años me enseñó a realizar mi trabajo en servicio al cliente con un espejo en la mano, que debo observar mientras estoy hablando con el cliente. El reflejo debe ser siempre el de su sonrisa y su interlocutor sabrá que usted está sonriendo.
PD: Mi aprendiz consiguió la oportunidad esta semana con el dato de la nueva persona en el cargo y yo aprendí mucho de mi con esa llamada. (version modificada y adaptada para proteger a los protagonistas y sus labores)