Puede ser que la fe mueva montañas, no lo sé, pero de lo que sí tengo certeza es de que las muestras de la fe se esconden, muchas veces, en medio de la naturaleza, entre unas montañas tan espléndidas como las de las Sierras de Santo Domingo y Caballera. Hoy queremos compartir con los lectores del blog de Gretur Viajes una maravillosa estampa de la ermita de la Virgen de la Peña de Aniés, ese precioso municipio oscense acurrucado en las faldas de la sierra de Loarre y que es uno de los destinos turísticos imprescindibles para los amantes de las maravillas naturales. Como ve, la fotografía muestra una de las panorámicas más impresionantes de nuestra maravillosa y a veces demasiado desconocida provincia de Huesca, una de las tres hermosas regiones que conforman la comunidad autónoma de Aragón. A vista de pájaro, las vistas son tan hermosas como la propia idea de que un puñado de humanos decidiera enfrentarse a la rudeza de esos riscos para levantar una ermita a su Virgen y, así, inmortalizar su presencia divina y pacificadora en el mundo terrenal. Permita que le cuente la leyenda del nacimiento de este lugar mágico, es digno de aparecer en las Crónicas de Narnia: Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, un joven caballero que habitaba en el antiguo castillo de Loarre decidió salir de caza con el fiel halcón de su amo. Ambos, caballero y pájaro, avistaron una gorda y gruesa perdiz y el alado guerrero se lanzó en pos de la jugosa pieza. Tras varios kilómetros de persecución, la perdiz, azorada, se arrojó por una ancha hendidura de la montaña, seguida, cómo no, por la valiosa ave de caza. El caballero, preocupado por la posible pérdida del halcón de su señor, llamó a un criado y, con ayuda de una gruesa cordada, descendió a las simas para recuperar al halcón y, con un poco de suerte, también a la pieza cobrada. Cual no sería su sorpresa cuando, al posar los pies sobre el polvo de la cueva, encontró un inmenso zarzal en una especie de retablo natural acompañado… de la Virgen. Imagine la escena: la planta viva y lozana en el centro, la tranquila imagen de la Virgen de la Peña a la derecha, la pequeña y temblorosa perdiz a la izquierda y, observando el cuadro, un fiero halcón que miraba embelesado la escena enamorado de la bella imagen y olvidando por completo esa sed de sangre que le atormentaba cada día.
¿Hay una enseñanza en esta hermosa leyenda de caballeros y halcones, piezas de caza y vírgenes salvadoras? Quizá sí, quizá los antiguos querían contarnos a nosotros, seres humanos de un futuro que no esperaban, que la belleza, la calma y la paz de la madre naturaleza es capaz de enfriar los ánimos guerreros de los cazadores más sangrientos. Sea como sea, la ermita de la Virgen de la Peña está ahí, a unos veinte minutos de caminata por una de las sendas más hermosas que podemos encontrar en el corazón de Huesca, a unos minutos de la rutina diaria que nos atormenta cuando nos limitamos a vivir a ras de suelo.
Diego Delso «CC BY-SA 4.0], undefined