No recuerdo cuándo nos conocimos,
pero dicen que fue hermoso.
Dicen que cambié tu vida,
que te hice mejor persona.
Me alegra que así fuese,
porque de alguna manera debo agradecerte.
Y es que tú no cambiaste mi vida,
tú me la diste.
Tú me formaste,
tú me hiciste una persona.
Sé que no he sido el mejor de todos.
Sé que soy el primero en sacarte de tus casillas.
Pero todo ha sido parte de procesos.
Procesos en los que le has robado toda la paciencia al mundo,
solo para entenderme.
Gracias. Gracias por tu paciencia.
Ya he crecido, ya no soy un niño.
A esta altura, me defines como persona.
Siempre te he tratado de imitar,
trato de copiando tus virtudes,
y he arrastrado hasta algunos de tus defectos.
Pero no podría estar más contento con mi suerte.
Tenerte ha sido la bendición más grande de mi vida.
Tu guía, tu amor, tus consejos.
Pilares que me sostienen hoy día.
Me aterra pensar en tu partida.
Nunca me sentiré preparado.
Siempre querré un consejo,
siempre necesitaré un abrazo.
Que Dios te bendiga,
y me regale muchos más días a tu lado.
Que me de chance de retribuirte tanto,
aún cuando sé que incluso darte todo, no sería suficiente.
Feliz día, que te mereces este y todos.
Gracias por tanto, madre.
Gracias por todo.
Lírica Anon.