Darla Halyk escribió el poderoso post para resaltar cómo ella sentía que una misoginia arraigada afectaba profundamente su educación.
Halyk comienza relatando que desde que era niña, se dio cuenta de que en casa había una jerarquía.
“Las tareas fueron designadas por género: trabajos azules para mi hermano y empleos rosas para mí. Mamá hacía la limpieza, la cocina y todo lo que se necesitaba para hacer de nuestra casa un hogar.
“Papá cortaba el césped, arreglaba los autos y jugaba con mi hermano y conmigo hasta que apenas podía mantenerse despierto.”
Mientras que elogia a sus dos padres como modelos, Halyk revela que pronto comenzó a notar grandes discrepancias en su hogar en términos de responsabilidades domésticas, explicando cómo a menudo se encontraba ella haciendo las tareas “más pesadas”.
Después volvió a ver esto cuando se hizo grande, con su esposo.
“Toda mi vida he visto cómo las mujeres de cargan el peso de toda la casa sobre sus hombros, mientras los hombres se recuestan y observan. Era normal, esperado”.
Para Halyk, quejarse rebelarse no era una opción, pues a las mujeres que lo hacen, se le tacha de quejumbrosas, locas o hasta malas mujeres.
“Las mujeres no están locas, están cansadas. Están cansadas de recoger lo de todos en sus vidas. Las mujeres están enojadas porque no han sido apreciadas por mucho tiempo. Las mujeres no son unas locas ni unas idiotas porque finalmente están alzando su voz”.
Así que lo que esta joven madre pide es lo que todas queremos: Dejen de llamar a las mujeres quejumbrosas y locas.
“Comiencen a hacer su trabajo como pareja para que ella no tengan que quejarse de la mierda que no quiere hacer. No se trata de que los hombres ayuden a las mujeres a administrar la casa, sino que los hombres realmente ven que no es solo un trabajo de mujeres.”
¿Qué tal? Mejor dicho imposible.