El increíble viaje de una reina enamorada por los páramos de Castilla
Cruz de la Muñeca. Según la tradición es el lugar en el que cayó y se abrió el feretro en el que Juana I de Castilla trasladaba el cadáver de su esposo cuando viajaba entre Antigüedad y Tórtoles de Esgueva. Antigüedad. Palencia. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
© Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego
Por locura, por amor, por celos. En cualquier caso, el viaje más extraño que haya protagonizado ningún personaje de la historia de España: el que realizó durante casi un año la reina Juana I de Castilla con el cadáver de su esposo por los páramos de Burgos y Palencia. Ocurrió en 1506. Felipe el Hermoso, esposo de la reina Juana, acaba de ser jurado soberano de Castilla por las Cortes reunidas en Valladolid cuando encontró la muerte en Burgos. Tan repentina, fulminante y enigmática que su estela sumió en un continuo delirio los desvelos de la reina Juana, la Loca.
El caso es que, ahogada por una pena tan profunda como inconsolable, recordando de repente el deseo de su esposo de ser enterrado en Granada mandó exhumar de la Cartuja de Miraflores el cadáver de su amado Felipe el Hermoso, y embalsamarlo. Sin encomendarse ni a dios ni al diablo, esquivando los zarpazos de la peste que ya asolaba la meseta y en avanzado estado de gestación se decidió a arrancar un escalofriante recorrido sin rumbo fijo ni prefijado, al albur de sus impulsos atormentados, dibujando sobre el terreno uno de los más extraños viajes que se han vivido por las parameras castellanas. Celosa hasta la enfermedad extrema, la comitiva real, formada sólo por hombres, arrancaba sus viajes al caer la noche para evitar que mujer alguna pudiera siquiera atisbar las facciones de su esposo, e incluso se alejaba de los conventos de monjas para conjurar tentaciones infantiles. En su dolor, ninguna mujer, salvo ella misma, soportaba junto al cadáver del amor de su vida mientras se negaba a despedirlo en la muerte.
La reina Juana acudió a la Cartuja de Miraflores para recoger el cadáver de su esposo e iniciar el viaje hacia Granada. Cartuja de Miraflores. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego Y aunque quedaron testimonios suficientes para enmarcar como histórico un episodio que más parece invención de un dramaturgo genial, lo cierto es que tampoco abundan los datos para saber dónde acontecieron exactamente algunas de las paradas que la reina realizó en su deambular errático.
Precisamente, eso fue lo que hizo correr al escritor Elías Rubio Marcos, en el año 2002, tras la pista de la reina Juana y su séquito mortuorio por las parameras de Castilla. Así es como rescató el recuerdo de aquel episodio en algunas poblaciones donde la tradición había venido señalando la presencia de la reina Juana en determinadas casonas o castillos. Y así es como, poco a poco, comenzó a tomar forma un posible itinerario que pudiera seguir hoy en día quien estuviera interesado en perseguir el recuerdo de aquel viaje alucinante.
El resultado de aquella investigación apareció publicado en la revista ?Folklore? y hoy puede leerse íntegro en Internet (www.funjdiaz.net/folklore).
Así, siguiendo el halo misterioso que dejaron tras de sí la reina Juana y su séquito de cortesanos, soldados, clérigos y músicos, y el trazo apuntado por Elías en su trabajo de campo, hilvanamos hoy algunos de los lugares en los que es posible encontrar el rastro de aquella comitiva recorriendo, en cualquier caso, similares horizontes.
Empieza, pues, nuestro viaje en la Cartuja de Miraflores, adonde la reina acude en las Navidades de 1506 para rescatar el cadáver de su esposo y embalsamarlo de forma que aguante el largo periplo que tiene en mente: en principio, la capilla real de Granada. Paradójicamente, el siguiente alto de nuestro itinerario es el último destino de la reina Juana antes de partir hacia Tordesillas, donde vivirá un encierro forzoso de casi 50 años. Arcos de la Llana está a 10 kilómetros de Burgos y aquí llega de la mano de su padre, el rey Fernando el Católico, el 29 de octubre de 1507, tras casi un año de deambular y penar. Por mucho que lo intentó, no consiguió convencerla para regresar a Burgos. Así que la reina, su pena y el cadáver de su esposo se quedaron en Arcos hasta febrero de 1509, momento en el que partió ?obligada- hacia Tordesillas para su encierro forzado. La iglesia de San Miguel Arcángel es el lugar en el que, durante todo aquel tiempo, se veló el cuerpo de Felipe el Hermoso. Del templo destaca su torre mudéjar, una de las más hermosas de este estilo en la provincia de Burgos. También la portada románica cercana al vecino palacio Episcopal, frecuentado este por los obispos burgaleses en sus escapadas veraniegas.
Castillo de los Rojas en el que se alojó la reina Juana la Loca mientras acompañaba el cadáver de su esposo Felipe el Hermoso.Pudo alojarse en la habitación con reja en la ventana que está sobre la puerta. Localidad de Cavia. Burgos. Castilla y León. España © Javier Prieto GallegoLa localidad de Cavia pilla ahora junto a la autovía de Castilla. Antaño lo estuvo en el Camino Real de Burgos a Valladolid. Por eso es posible que tras abandonar la Cartuja de Miraflores la comitiva hiciera aquí su primer alto. En mitad del pueblo se alza el castillo de los Rojas y con él el recuerdo de que en una de sus habitaciones se veló el cadáver real mientras que la reina pudo descansar ?tal vez- en la habitación cuya reja queda ahora encima de la puerta de acceso.
Tomando la autovía, el siguiente rastro de la comitiva se palpa en Celada del Camino. Frente la iglesia de San Miguel se alza un palacio en el que es posible que morara la reina, aunque una de sus piezas más interesantes es la inscripción y escudo labrado sobre su portón trasero. En ella queda constancia de su paso por el palacio del rey Felipe IV y de su hija, la infanta María Teresa, en 1660, en un viaje hacia Irún.
Casa que pudo habitar la reina Juana en el viaje con el cadáver de su esposo hacia Torquemada. Sobre la ventana destacan los canecillos labrados sobre las vigas de madera. Localidad de Presencio. Castilla y León. España © Javier Prieto Gallego
Hasta Presencio, donde se rastrea de nuevo la estancia de la reina Juana en una casa palaciega -que amenaza ruina- junto al bello rollo jurisdiccional, puede llegarse haciendo un alto en Pampliega, siquiera sea sólo para asomarse al balcón que es el atrio de su iglesia. Muy cerca de Presencio queda Santa María del Campo, donde la reina sostuvo uno de sus encuentros con su padre el rey Fernando, empeñado en hacerla entrar en razón. Aquí se aposentó Juana en septiembre de 1507 mientras viajaba de regreso a Burgos y la Corte festejaba la imposición del capelo cardenalicio a fray Francisco Jiménez de Cisneros en la vecina Mahamud. En Santa María sobresale su portentosa ex colegiata. Y parece claro que la reina se alojó en la Casa del Cordón, un palacio del que ya sólo queda el pastiche del cordón franciscano y un escudo adosado a la fachada de una casa levantada en su lugar. Se localiza por debajo de la colegiata siguiendo la pintoresca calle del Cordón.
Restos del castillo de Palenzuela, otra de las localidades en las que recaló la reina Juana I de Castilla mientras llevaba el cadáver de su esposo. Ribera del Arlanza. Sobre el suelo, la sombra de otro de los torreones. Comarca del Cerrato. Palencia. Castilla y León. España © Javier Prieto GallegoHaciendo parada en la bella localidad de Palenzuela, donde puede que también se alojara, nuestro viaje se detiene en Torquemada, donde la reina permaneció cuatro meses y dio a luz a su hija Catalina el 14 de enero de 1507. Su siguiente alto, otros cuatro meses, los realizó en Hornillos de Cerrato desde donde partió luego hacia Tórtoles de Esgueva para entrevistarse, por primera vez desde que arrancara el viaje, con su padre. En el trayecto, de noche como siempre, atravesó la localidad de Antigüedad y sin detenerse tomó el camino hacia Tórtoles.
Busto de Catalina de Austria, reina de Portugal, que nació en Torquemada, e iglesia de Santa Eulalia donde fue velado el cadáver de Felipe el Hermoso durante cuatro meses.Torquemada. Palencia. Castilla y León. España © Javier Prieto GallegoEl camino que tomó la comitivia entre ambas poblaciones puede seguirse si en Antigüedad se continúa por la calle Mayor hasta el final y ahí se enlaza con el camino de las bodegas. Tomando la primera bifurcación a la derecha, el camino comienza a ascender hacia el páramo. En el siguiente entronque, ya arriba, hay que continuar por el brazo de la derecha ?el que sale de frente- durante unos dos kilómetros para alcanzar una pequeña cruz colocada al lado derecho del camino. Se conoce como Cruz de la Muñeca y recuerda el paso por estas llanuras desoladas de la comitiva nocturna, señalando el lugar en el que, según la tradición, el féretro arrastrado por cuatro caballos negros, cayó al suelo y tocó tierra.
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EN MARCHA. Este itinerario hilvana algunos de los lugares en los que se ha rastreado el paso de la comitiva fúnebre que encabezó la reina Juana I de Castilla durante un viaje que duró algo menos de un año. El itinerario no se realiza siguiendo el orden cronológico del realizado por la reina, sino el geográfico. En esencia, el realizado por la reina partiría de la Cartuja de Miraflores hacia Torquemada, Hornillos de Cerrato, Tórtoles de Esgueva, Santa María del Campo y Arcos de la Llana.
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¿Conocías esta historia? ¿Crees que es posible una locura de amor tan grande? Si te interesa este viaje es posible que también te interese este reportaje sobre Antigüedad y sus caminos publicado en el blog.