Un cielo claro gobernaba el camino
y a la izquierda un cúmulo inmenso de nubes
que rompían la calma, inquietantes,
de negrura profunda.
Una enorme mancha que se expandía
reinvindicando su enfado y su llanto.
Cortina asombrosa de lágrimas del cielo.
Y el asfalto, caprichoso, parecía
que quería llevar mi camino hacia ella.
Llanto del mundo, de repente,
lloro ahogado, intenso.
Metáfora de la vida de los hombres.
Cortina del reino de gigantes
que iba quedando a mi lado
mientras yo seguía mis pasos.
Atardecía. Tarde de final de primavera.
Cortina solitaria en medio del cielo
¿Llegaste al final de tu llanto?
Yo seguí, avanzando, sin volverme a mirar.
Encarando mi destino.
Espero que tus lágrimas se hayan secado ya.