Me pregunto hasta qué punto la tecnología ayuda al desarrollo humano. Veréis, me considero una muchacha de 30 años amante de la lectura a la que se le dan mal los aparatos electrónicos y que intenta mantener costumbres perdidas como la artesanía, las labores, las manualidades y creo fielmente en potenciar nuestro conocimiento del castellano antes de adentrarnos en otros idiomas.
Otras personas me definen como "rara" pues entienden que lo "normal" es conocer a medias algunos idiomas aunque no hablen ni escriban correctamente ninguno de ellos, tener siempre las novedades en tecnología a su alcance aunque no las necesiten y dejar de lado "costumbres ancestrales" como charlar con alguien en un parque.
Este año 2013 que está a punto de terminar me ha hecho reflexionar sobre algunos acontecimientos que me han llamado la atención. Os contaré algunos:
Un buen día miré mi teléfono móvil que tiene Wifi, acceso a Internet y la Aplicación "wasap" y me encontré con varios mensajes de esta última aplicación de una persona cuyo nombre no revelaré. Bien, yo llevaba unas horas sin utilizar el móvil y por lo tanto, estaba ocupada en otros quehaceres, lo que me encontré fueron insultos, palabras de enfado y descontento además de una serie de expresiones que, por respeto a mis lectores, no voy a repetir. La razón era la siguiente: varias personas estaban intentando contactar conmigo para preguntarme una duda acerca de a qué hora quería realizar una actividad y al no obtener respuesta decidieron que yo era una mala compañera, una no muy buena amiga y por lo tanto, una persona que dejaba mucho que desear.
Reflexioné largo rato sobre lo sucedido.
Mi teléfono en ningún momento recibió ninguna llamada, algo que habría solucionado la "emergencia" en cuestión de segundos. Considero que la amistad no se basa en una única anécdota en la que una persona no haya podido responder a otra. Y por último me enferma pensar que deba estar pendiente de un aparatito electrónico las 24 horas del día. ¿A dónde vamos a llegar?
Lo entendería si se tratara de un respirador, por ejemplo. Pero... ¿un teléfono que sirve para comunicarse con otras personas que no se encuentran cerca? me pregunto hasta qué punto somos adictos a la tecnología. Y pondré más ejemplos:
- Si un amigo tuyo te gana en un partido de baloncesto ¿deja de ser tu amigo y por eso dejas de hablarle?
- Si tu mascota virtual, digamos: pokemon, pou, tamagotchi... se muere. ¿Te suicidas de pena?
- Si un desconocido te elimina de una red social ¿te deprimes por la eliminación de una amistad que nunca existió?
Entonces, ¿hasta qué punto debemos tomarnos en serio las redes sociales, aplicaciones móviles y aparatos electrónicos en general?
He vivido situaciones que me han hecho quedarme con la boca literalmente abierta, y han provocado que desee gritar para despertar a este planeta que parece dormido, por ejemplo:
Llego a una cafetería, tiene una terraza dónde se está estupendamente al sol en diciembre, hay varias mesas juntas, dónde un grupo de chavales de entre 18 y 25 años están tomando unos refrescos... hasta aquí todo parece normal, corriente y muy habitual pero lo que me llama la atención a gritos es lo siguiente: todos están en silencio y se comunican entre unos y otros por medio de la aplicación "wasap" antes mencionada. Y me pregunto: ¿los jóvenes de hoy en día son más o menos inteligentes que los de otras generaciones anteriores? ¿Hemos perdido la razón? ¿Es mucho más fácil, práctico y "moderno" comunicarse por medio de mensajes cuando se podría estar entablando una conversación a tiempo real, cara a cara?
Llamadme antigua, pero donde se ponga una conversación entre dos personas que se miran a los ojos, se intercambian expresiones, risas y bromas... ¡qué se quiten los medios electrónicos!
Comprendo hasta qué punto debe avanzar la tecnología, pues ésta se encarga de solucionar necesidades de la sociedad a la que sirve, pongamos otro ejemplo: una familia que por cuestiones de trabajo debe permanecer separada por miles de kilómetros durante un tiempo, puede continuar relacionándose a diario gracias al programa Skype, mediante el cual pueden tener conversaciones o videoconferencias de forma muy económica a tiempo real y sin límites de tiempo.
Sin embargo, sigo pensando que el abuso de cualquier cosa positiva se convierte en algo negativo. Me explico: no creo que sea positivo que las personas, en especial las más jóvenes (que son los principales usuarios de estos servicios) dejen de disfrutar del aire libre, los abrazos y los paseos, por considerar suficiente su relación con el mundo a través de los aparatos electrónicos.
Me pregunto si estamos ante una nueva enfermedad, ante una nueva adicción que pronto tendrá centros de desintoxicación especilizados y en qué consistirían las terapias. Me gustaría que otras personas opinárais también sobre este tema: ¿os parece que se abusa de la tecnología? ¿están las redes sociales destruyendo parte del castellano gracias a las abreviaturas y faltas de ortografía? ¿Es un problema actual, a largo plazo, con solución o sin ella? ¿Exageramos a caso las personas a las que nos preocupa?
Mi consejo de hoy es el siguiente: durante estas vacaciones deja a un lado los medios electrónicos, sal a la calle, visita a familiares y amigos, conversa con ellos, respira aire puro, pasea, entrabla debates, haz una nueva amistad o sencillamente saluda por la calle a esas personas con las que te cruzas cada día y regálales una sonrisa. Al menos no está todo perdido, me sigue quedando la esperanza en el fondo de mi Caja de Pandora.