Dona vida: gracias a Nepal este post no es irascible

Este pudo haber sido uno de los post más deprimentes de escribir. O más irascible. O más pesimista. Pero gracias a Nepal, no lo es. Ni lo será.

Por este blog tenemos unos cuantos meses de silencios, unos cuantos CATORCE sin grabar. Mucha calma. Pero sólo en mi mundo 2.0.

Y es que uno de mis sueños salió adelante. Tener un Coffeebar: Acento. Meses de trabajo, de mucha ilusión y dinero puesto en marcha, de mucho aprendizaje: desde llevar una bandeja, hacer café y sus distintas denominaciones hasta tirar cerveza o tomar una comanda…

Pero fue una estrella fugaz, que sólo vivió por un mes. La razón, la más humana de todas: nosotros. No nos entendimos, ni nos respetamos, ni siquiera nos escuchamos. Quizás de la forma más cobarde posible, decidimos que era mejor dejarlo todo, antes que seguir adelante.

Y es en este punto en el que Nepal marca la diferencia sobre el post que pudo ser. No voy a negar que el cierre del local, y todo lo ocurrido me llenó de rabia y tristeza a partes iguales. Me sentía decepcionada, cansada y como la más idiota del planeta.

Ni todas las frases de Mr. Wonderful, podían hacer que volviera a tener fe en mí misma o incluso en el ser humano.00

Estaba casi decidida a aislarme del mundo, e irme a vivir a la mitad del campo sólo nosotros dos y nuestros perros. El mundo era demasiado desagradable para vivir en él y mi fracaso me superaba.

Allí estaba yo en medio de mi melodrama, ahogándome en el miedo a lo perdido y a lo que no se podría recuperar, cuando me invitaron a ir a Cuenca a hacer una función de teatro a beneficio de Dona Vida, ONG que trabaja en Nepal.

Todo cambió. Allí estaba yo, empapada hasta el tuétano en mi “desgracia”; mientras un grupo de seres maravillosos nos contaban de sus viajes a Nepal.

¿Cómo puedo estar muerta de miedo por lo perdido, cuando del otro lado del mundo hay niños huérfanos, deambulando por las calles sin ni siquiera ropa que los cubra?

Era imposible sentir rabia por lo que nos ocurrió,  cuando oía a Cristina reír a carcajadas recordando aquellas picadas de piojos gigantes, o la tormenta causada por un Shiva furioso. La misma Cristina, que tiene hecha la maleta para volver en un par de meses a Nepal.

Y la rabia se fue, en el mismo momento en el que Julián nos abrió las puertas de su casa, con tanta cercanía que me parecía que lo quería desde siempre.

Y mis ganas de ser una ermitaña, desaparecieron cuando conocí a Germán, el motor de la Cooperativa Internacional Dona Vida.

Este ser maravilloso decidió en una sobremesa familiar, que debía devolver al universo todo lo que había recibido. Y se planteó adoptar a un niño. La vida lo llevó a Nepal, y luego de 3 años luchando, cuando por fin logró montarse en el avión con su pequeña, la tristeza se sentó a su lado.

“Eran tantos los niños que necesitaban ayuda. Los veías caminar desnudos por la calle, sin nadie a quien les importase. Sentí que era tan poco lo que había hecho, que me dije: tengo que hacer más, esto fue solo el comienzo” – es lo que recuerdo de nuestra conversación.

Llegó a la Palmas, compró unas cuantas alcancías y las distribuyó entre los comercios de su barrio. De eso hace ya unos cuantos años, y lo que comenzó con una pequeña iniciativa familiar hoy es una ONG, que tiene un orfanato en Nepal y un equipo de médicos voluntarios.

cooperacion internacional dona vida


Pero lo más importante, tiene un corazón consolidado, con mucha gente que trabaja para dar. Sin importar más nada.

Lo perdido, perdido está. Lo material, ya poco importa. Viajar a Cuenca fue una bofetada de realidad. Me devolvió la fe en la humanidad. Me curó de mi egoismo y de mis miedos.

Este verano, cada vez que te tomes una cañita en una maravillosa terraza, invita una a Nepal: sólo tienes que guardar esos 1,20 euros en el bolsillo. En un mes, por poco que te parezca, puedes ayudar mucho a Dona Vida.

Si le “invitas” 4 cañitas semanales, en un mes puedes tener 20 euros reunidos para ayudar a Nepal. ¡Con esos 20 euros se escolarizan a 3 niños!

Yo me he prometido, que el dinero que se pueda recuperar del local, al menos nuestra parte, la donaremos a Dona Vida.

Y en cuanto a nosotros, pues volveremos a empezar de cero. Volver. Bonita palabra.



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