Semblante amable y sereno,
Observa a sus hijos delante de él sentados.
Uno juega
con una pequeña figura en sus manos,
La otra mira a su padre, cómplice y divertida.
Mañana examen de “Naturales”, ¿verdad?
– pregunta el padre –
Al volver de trabajar te voy a preguntar.
Los niños, mulatos, sonríen.
Lo hacen con esa inocencia infantil,
Que de mayores perdemos.
Ambos, de piel color aceituna,
Con esa belleza de la mezcla apasionada de culturas…
Ambos sueñan con el hoy,
Que el futuro queda lejos y aún no está.
El padre coge un boli y escribe unos versos,
En el cuaderno de la hija, improvisados.
Una escritura estilizada, alargada,
digna de un polímata del Renacimiento.
Firma su escrito y deja para la posteridad su pensamiento,
En un papel de un cuaderno. Lleno de sentimiento.
Y todo para su hija, para ella.
Llega la siguiente estación,
Recoge las mochilas y salen los tres de la mano.
Y la vida continúa otro día más.