Las calles se organizaban en manzanas separadas por calles perpendiculares llamadas decumanus y cardos. El Cardo Maximus era el cardo principal que marcaba la orientación norte-sur.
Junto a la intersección del Decumanus Maximus y el Cardo Maximus se situaba el Foro Municipal, del que se conserva el templo dedicado al culto imperial, conocido como Templo de Diana.
Y siguiendo el Cardo Maximus se encontraba el Foro Provincial, del que se conserva su arco de entrada, conocido como Arco de Trajano.
Aunque la comarca de Mérida ya estaba habitada desde tiempos remotos, la llegada de los pobladores romanos supuso un cambio sustancial y Augusta Emerita se convirtió en un destacado centro jurídico, económico, militar y cultural del Imperio Romano. Fue capital de la provincia romana de Lusitania y más tarde llegó a ser capital de la Diocesis Hispaniarum (que incluía los territorios de la península y una parte del norte de África)
puente Lusitania
La llegada de los visigodos continuó manteniendo su importancia y fue tras la presencia de los árabes cuando comienza el declive de la ciudad, quedando prácticamente relegada al ostracismo hasta el siglo XX.
palacio de congresos
Ha habido momentos, especialmente desde los siglos IV al VI, en los que fue Mérida la cabeza desde la que se pensó una nueva Hispania, sustancialmente cristiana pero que no renunciaba a su glorioso pasado pagano. La difícil síntesis encontró acomodo bajo la monarquía visigoda, concretamente bajo el patronazgo del arzobispado emeritense, el más importante de la antigüedad tardía y los comienzos de la Edad Media en la Península, ya que dependían de él doce obispados. Después, el nuevo emirato, para sobrevivir, hubo de apoyarse en grandes ciudades ya existentes, como Córdoba o la propia Mérida. Luego, el califato, redujo la influencia de la ciudad en favor de otra nueva, creada por los propios emeritenses: Batalhús, la actual Badajoz.
anfiteatro
Tras su conquista por los leoneses en 1230, no le fue restituida la sede arzobispal y quedó relegada a mera cabeza de una provincia ligada a la Orden de Santiago. Paso obligado hacia Portugal de reyes y nobles, la villa permaneció en esa nómina de pueblos con papeles secundarios en el devenir del nuevo Reino de España. Esos mismos caminos que portaban noticias y riquezas también acarrearon las funestas consecuencias de crueles guerras mantenidas con Portugal o la Francia Napoleónica. Será un nuevo invento, la locomotora, el que, en pleno siglo XIX, invite a la ciudad a bailar, de nuevo, en el concierto de la historia española.
foro de Augusto
De la antigua colonia quedan vestigios de su bien trazado urbanismo: calles y calzadas, cloacas, diques, puentes, acueductos, presas, viviendas, necrópolis, foros con sus templos y colosales edificios para celebrar juegos escénicos o circenses. El Museo Nacional de Arte Romano nos acerca al devenir de aquella gran ciudad de la antigüedad.
embalse de proserpina
De la ciudad paleocristiana y visigoda dedicada a Dios y a su Patrona, Eulalia, quedan cientos de las piezas que la decoraron (presentes en la Colección Visigoda del Convento de Santa Clara), junto a diversas ruinas destacando, de entre todas, las pertenecientes a la antigua basílica de “la Mártir”o el hospital del Arzobispo Mausona. Por otra parte, el singular complejo militar de la Alcazaba es una de las joyas de los albores de la presencia musulmana en la Península.
alcazaba
La Reconquista no reconcilia a la ciudad con su pasado, aunque existan descollantes expresiones del románico, gótico y, sobre todo, del barroco. Hoy, la ciudad se nos presenta sin complejos, dejando en herencia edificios de singular arquitectura cuyos creadores han fundido sus prestigiosos apellidos al nuevo patrimonio que, para generaciones futuras, deja la Mérida del siglo XXEn diciembre de 1993 la UNESCO declaró el Conjunto Arqueológico Emeritense Patrimonio de la Humanidad.
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TEATRO ROMANO DE MERIDA
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