Alien, en su versión en castellano Alien el octavo pasajero, es una película de Ciencia Ficción del año 1979 dirigida por Ridley Scott, director a su vez de otra aclamadísima película del género como es Blade Runner, inspirada en la novela del gran escritor Philip K. Dick titulada ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) fue un ave nocturna y un cazador de sueños. Nació en Providence (Nueva Inglaterra), donde vivió la mayor parte de su corta vida, que dedicó a contemplar las estrellas, leer con avidez cuanto caía en sus manos y, sobre todo, escribir. Al refugiarse en su hermético mundo onírico, Lovecraft se embarcó en un viaje sin retorno hacia una nueva dimensión: el miedo cósmico, el “terror de los espacios infinitos”, que estremecía a Pascal. Creó una nueva mitología fantástica en la que ya no hay Dios ni Diablo, ni seres sobrenaturales, tan solo híbridos semihumanos y seres extraterrestres o extradimensionales. [VALDEMAR]
La emoción más antigua y más fuerte de la humanidad es el miedo, y el miedo más antiguo y más fuerte es el miedo a lo desconocido.
H. P. Lovecraft
La película Alien comienza con el viaje de vuelta que el Nostromo, una gran nave que ha recogido un cargamento de mineral, realiza hacia la Tierra. En un momento dado del trayecto la nave percibe una extraña señal (aparentemente de socorro) proveniente de un planetoide y, como está programada para ello, cambia la ruta hacia el planetoide y despierta de su hibernación a los tripulantes; a partir de ese momento es cuando comienza una trepidante y hostil aventura de una de las obras maestras del cine de Ciencia Ficción. El Nostromo en su primera visión en la película parece franquear de manera irremisible las puertas de cuerno que en su viaje cósmico la separan del mundo invisible. Los espacios insondables del negro cosmos que tanto atemorizaban y al mismo tiempo fascinaban a Lovecraft rodean al Nostromo acechándolo, advirtiéndolo de un peligro inminente para que el que parece estar destinado y, de ese modo, oscuro y visual, cobran vida las aventuras crepusculares de la narrativa de Lovecraft. Como gran maestro del horror cósmico que fue, Lovecraft está representado en esta película magistralmente de una forma continua y bella.
En un ambiente puramente lovecraftiano aparece, dentro de la nave alienígena, la poderosa e impresionante figura fosilizada que provocando con su terrible aspecto una sensación glacial y de abatimiento representa el final de algo que ocurrió en un momento remoto y que ha quedado ahí como testigo mudo de algún suceso ancestral sobre el que pesan multitud de incógnitas fascinantes. En ese sentido, Lovecraft está más presente que nunca, puesto que en su literatura encontramos sucesos ancestrales y primigenios para los que no tenemos una explicación clara pero cuyo significado es trascendental y cósmico. La idea de exponer un suceso de esa forma enigmática y con tantas expectativas también recuerda a otro grande del género de terror como fue el galés Arthur Machen, precursor y admirado de Lovecraft, quien era un verdadero experto en evocar matices de atmósferas intensas en aquello que no se puede elucubrar del todo; en mostrar leyendas lejanas a través de maravillosas ruinas, como la que se puede apreciar cuando vemos en esta película la nave abandonada y malévola. La figura fosilizada se fusiona con la arquitectura imposible que la rodea y la aposenta formando un Todo, un Todo terrorífico y tremendamente extraño; que parece indicarnos que el Universo, como el que nos describía Lovecraft, esté poblado de seres extraños que no alcanzamos a visualizar, pero que sí son atávicos en su esencia.
Lo que vi fue una vasta y complicada serie de edificios en ruinas, poseedores de una arquitectura magnífica, aunque inclasificable, y en diferentes estados de conservación…
El templo, H. P. Lovecraft
Hasta que el horror les sorprendió una noche en un cementerio arcaico y desconocido, y de los dos que habían entrado solo salió uno.
La llave de plata, H. P. Lovecraft
En esa atmósfera asfixiante y de estremecimientos con el que se encuentran los tripulantes del carguero espacial que van a investigar la nave alienígena nos encontramos con multitud de elementos lovecraftianos. Todo es humedad, penumbra, un oscuro enigma de aspecto terrorífico que se acentúa hasta el extremo cuando al bajar a lo profundo de la nave abandonada aparece una especie de cementerio de extraños huevos, un cementerio primigenio y antiguo protegido por una extraña luz que emite un sonido al tocarla, como en una especie de percusión monstruosa. Todo se hace más confuso por momentos; y el aspecto de los huevos o , al menos, su presencia no pueden dejar de recordar al relato En las montañas de la locura en e que, en una expedición al Polo Sur, unos investigadores encuentran en una especie de galerías subterráneas unos extraños seres difíciles de clasificar: fósil monstruoso en forma de barril, de naturaleza desconocida, quizá vegetal… inclasificable… En cima central de cada lomo vertical en forma duela, cinco sistemas de brazos flexibles o tentáculos… En la película el ser contenido dentro de los huevos se adhiere con sus tentáculos a la cabeza de uno de los tripulantes, interpretado fantásticamente por John Hurt, y como en el relato de Lovecraft comienza a sucederse un Caos insoportablemente terco y para el que no hay una escapatoria clara, sino una lucha ciclópea por la Supervivencia. La criatura Alien está llena de pureza y falta de sentimientos humanos, como así mismo la define el androide agonizante en sus últimos segundos de vida artificial. Como comentamos al principio al hablar de la mitología de Lovecraft para estos seres no existe Dios ni Diablo.
El que descendía no sabía muy bien si iba a desfallecer y a precipitarse al fondo del abismo; y tampoco estaba seguro de cuándo o cómo se abalanzarían de pronto sobre él los noctívagos demacrados que vigilaban aquellas simas, si es que realmente había alguno apostado en aquel primitivo pasadizo. A su alrededor había un olor agobiante que emanaba de los abismos inferiores y notó que el aire de aquellas asfixiantes profundidades no estaba hecho para el género humano.
La búsqueda en sueños de la ignota Kadath, H. P. Lovecraft
Por Reyes Lucena
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