Por ello, además de descansar y divertirnos, también podemos sacar algunos ratos para hacer algo más lucrativo desde el punto de vista de nuestra formación para el futuro. Si tienes estudios superiores, muchas son las universidades que hacen una gran oferta de cursos de verano, impartidos por grandes profesionales y que resultan de lo más interesantes para aprender más aún sobre nuestra carrera u otra especialidad que nos interese. Suelen durar de una a dos semanas, por lo que resultan ideales para ocupar una parte de nuestro tiempo sin saturarnos.
Además, si quieres, puedes compaginarlo con un destino playero como Santander o Barcelona, acudir allí a las clases y, por las tardes, darte un buen baño refrescante.
Si prefieres algo a menor escala, muchos son los ayuntamientos que ofertan talleres y cursos de formación específicos para verano. Fotografía, manualidades, jardinería... pregunta en tu ciudad y verás cuánto aprendes.
También, sobre todo para los más jóvenes, existen cursos y campos de trabajo en el extranjero que se pueden convalidar por horas de trabajo a precios bastante asequibles. ¿Quién ha dicho que necesitas muchísimo dinero para pasar dos semanas en Londres o París?
Por último, otra buenísima idea es retomar esa eterna promesa que tenemos todos de ponernos a tope con el inglés o cualquier otro idioma. Las academias suelen rebajar mucho sus precios durante los meses de verano y proliferan las ofertas para estos meses, en las que puedes aprender un montón y prepararte bien para, por qué no, hacer un examen el año que viene o, simplemente, viajar sin vergüenzas al extranjero.
¿Por qué no disfrutar y aprender al mismo tiempo?