Crónica Festival Charco Crónica Festival Charco
Sábado 16 de julio y Domingo 17 de julio
Noches del Botánico
“La sed que se sacia con agua volverá a atormentarte, solo siendo agua se dejara de tener sed.”
Julio Cortázar
La segunda edición del Festival Charco dio comienzo mientras una fiera canícula golpeaba Madrid sin excepción, hacinando al público asistente en las sombras que proporcionaba el recinto enclavado en el Jardín Botánico. Este plomizo calor no hizo mella en el (concentrado) set de Toundra quien ejecutó con furibunda precisión varios temas de sus exitosos discos que levantaron a un público resistente a la pegada del sol pero no a la de la banda madrileña.
Entre éstos y Molotov se coló una pinchada corta pero muy efectiva de Chancha Vía, quien a golpe de electro cumbia animó al respetable a contonear sus caderas como preludio de lo que pasaría con Bomba Estereo. El Dj set de Chancha Vía concluyó con la mágica “Quimey Neuquen” de José Larralde (los fanáticos de Breaking Bad recordamos con pasión la secuencia en la que suena) que dio paso a Guacamayo Dj,s, quienes amenizaron con soltura y alegría la espera hasta el combo mexicano.
El crepúsculo trajo consigo la enérgica salida de Molotov, quienes celebran 20 años en la carretera y por lo que pude comprobar, con intactas fuerzas, tanto a nivel musical (siguen perpetuando ese estilo hardcore-punk-rap-metal-rock) como reivindicativo. Sonaron sus grandes clásicos (al escuchar “Gimme tha power” las sombras de la nostalgia revivieron por instantes) e incluso se soltaron con una versión de “Mi agüita amarilla” de Los Toreros Muertos quienes, con Pablo Carbonell al frente, saltaron al escenario para hacer suya esta delirante tonada de los años 80.
Un nuevo entremés a cargo de Guacamayo como preludio del grupo más esperado de la noche: Bomba Estereo. Caída la noche y tras una abigarrada y enaltecedora introducción, salto a escena Li Saumet y puso a mover las caderas a ritmo de electro cumbia. Un recital que no entro en incandescencia hasta que, valga la paradoja, atacaron “Fuego”, un tema de dimensiones épicas que levantó a todo el público a bailar (incluido a este cronista). A partir de “Fuego” vivimos un crescendo en el sonograma de la actuación que concluyó con un bis en el que Saumet arrojó flores al público.
La jornada del domingo estuvo marcada por multitud de problemas técnicos que, además de retrasar las actuaciones (los cambios entre grupo y grupo se hicieron eternos) trajo consigo la cancelación de la actuación de Juana Molina (aunque en el concierto de Jorge Drexler tuvimos oportunidad de disfrutar de una de sus canciones a cargo de la misma por invitación del artista uruguayo). De esta forma, Tulsa inauguró el último día del festival con un recital tan corto como óptimo, donde probó nuevas formulas de en la configuración de su set-list.
Tras ella, turno de Chico Trujillo. Uno de los grandes momentos del festival. El combo chileno levantó a un público un tanto desnortado a golpe de nueva cumbia, salsa, bolero y toques de ska. Por desgracia, su concierto fue demasiado corto, porque cuando ya empezábamos a levitar con sus ensoñaciones tropicales se retiraron del escenario.
A la hora en que tenía que haber comenzado Drexler, saltó a escena Xoel López quien, acompañado de una banda que cada día adquiere más protagonismo, sacó adelante un notable recital, con grandes dosis de emotividad (el inicio con “Patagonia” fue espectacular) o la interpretación a medias con Jorge Drexler de “El hombre de ninguna parte” (intercalando a medias la versión de The Beatles), la brillante y precisa “El asaltante de estaciones”, “A serea e o mariñeiro”, “Tierra” o “De piedras o arena mojada”. Xoel López volvió a consagrarse como un autor e intérprete de primera fila, desprendiéndose de su (brillante) pasado y apostando por una nueva vía que va cogiendo forma a pasos agigantados.
La energía que desprendió Xoel se transformó en suave entropía por parte de Jorge Drexler. Un concierto aterciopelado con brillantes matices sónicos a cargo de las bases de acompañamiento que trae consigo en esta gira llamada “Perfume” y que acabo embelesando a los allí asistentes con su delicada poesía trufada de poder reivindicativo en guante de seda.
Con las primeras horas del lunes y un sorprendente viento cálido nos despedimos del Festival Charco hasta el año que viene donde, seguramente, cumpliremos la máxima del refrán que dice: “A quien de bailar tiene gana, poco son le basta.”
Redacción: Juan A. Ruiz-Valdepeñas
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