Cómo Empezar a Sociabilizarnos en la Expatriación

´La expatriación es un tiempo de descubrimiento. Abrir los ojos es fundamental´

Unos de los temas que, tarde o temprano, aparece en el desarraigo, es la inserción en la nueva cultura y la nueva sociabilización.

Hemos dejado nuestros afectos lejos, esas personas que nos dan seguridad, con quienes nos sentimos cómodos, son nuestra referencia y nuestra compañía en los buenos y malos momentos.

Al irnos a vivir lejos, quedamos solos con nuestra familia chica, quienes pasarán a formar ese grupo de contención cotidiano. La buena comunicación entre todos será entonces un elemento muy importante para que nos sintamos comprendidos y apoyados.

La sociabilización, entonces, se irá forjando con el tiempo, pero es importante poder integrarse a diferentes grupos donde podamos conocer gente local o extranjera.

Normalmente, y en especial en los primeros momentos, los expatriados nos conectamos con otras personas que están viviendo nuestra misma experiencia, con el fin de intercambiar datos y vivencias. A medida que el tiempo pasa podremos ir, también, conociendo gente local con quienes podremos empezar a intercambiar culturas, aprendiendo nuevos modos de vida que pueden enriquecer la nuestra. Muchas veces, nos escucharemos decir:” ya no soy de aquí ni de allá”. Ese intercambio mutuo nos hace abrir nuestra mente integrando lo que aprendemos y modificando, a veces, hábitos que ya no nos sirven más en nuestro nuevo destino, pero que luego al volver a nuestro país nos hace sentir diferentes.

Los grupos en redes o las instituciones de ayuda al expat son de gran apoyo en los primeros momentos. Conectarnos con ellos es empezar a lograr un grupo de pertenencia.

Esa mezcla de nuevos hábitos, con la conservación de los de origen hace que podamos ir adaptándonos de a poco. Las visitas de familiares y amigos de siempre, hablar nuestro idioma en casa, comunicarnos con los que han quedado en el país de origen y contarles nuestras rutinas nuevas, harán que no nos sintamos tan solos. A la vez, un pequeño esfuerzo al principio para tratar de integrarnos permitirá que podamos, de a poco, sentirnos en casa.

Las iglesias, el colegio donde van nuestros hijos, instituciones de beneficencia, pueden ser buenos lugares para esto. Como así también aprovechar este tiempo para estudiar algo, o simplemente conocer la nueva cultura a través de conferencias, exposiciones, etc.

El ejecutivo/a, responsable de la expatriación, también tendrá lo suyo en su ámbito de trabajo. También necesitará un tiempo para ir conociendo las reglas de convivencia, nuevos modos de trabajo, afianzamiento en el idioma y también ir abriéndose a nuevas relaciones laborales y personales. No siempre es fácil para él/ella, dado que el tiempo libre se restringe mucho por los viajes y por la energía que lleva la adaptación. Y además porque esos momentos de receso, muchas veces, está dedicado a la familia para compensar las ausencias por trabajo . Eso puede dificultar la sociabilización.

También los niños van a ir cambiando hábitos ya que al asistir al colegio, comienzan más rápido a adaptarse. El cambio del idioma, es muchas veces, un shock ya que a medida que el tiempo pasa, empiezan a integrar más palabras locales que las del idioma materno, lo que se convierte en un duelo más para los padres que se resisten a cambiar su manera de hablar. Por eso mantener la lengua de base en el hogar ayudará también a mantener la identidad de origen.

Dejar nuestro país, nuestros afectos y nuestros hábitos, como así también, nuestros proyectos, necesidades, deseos, nos hace entrar en una danza de emociones que hay que aprender a gestionar. Se inicia un importante viaje emocional.

Es por eso que buscar una persona que nos ayude a conectarnos con lo que vamos sintiendo, con quien conversar sobre estos pasos que iremos dando, que nos vaya alertando sobre las diferencias culturales y como integrarlas, es para mi, de vital importancia para evitar que luego puedan aparecer problemas psicológicos más profundos. No es que la expatriación los genere, sino que pueden estar dormidos, y el stress de una mudanza internacional nos pone en un estado de vulnerabilidad propicio para que ellos afloren. La ayuda psicológica in situ o a distancia puede colaborar a que este proceso sea más suave y rápido.

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