HECHIZOS DE MERINDAD
© Texto y fotografías: Javier Prieto Gallego
Que nadie se lleve las manos a la cabeza: lo que sigue a continuación no es todo lo que merece la pena visitarse en Las Merindades. Ni siquiera un ápice. Meter aquí la guía completa de Las Merindades es un imposible. Y establecer aquí cuáles son sus cinco mejores rincones, una tontería. No se trata de eso, ni de lejos. Lo que sigue a continuación es un recordatorio,
un aviso para navegantes inquietos que estén en trance de aventurarse por este territorio inmenso y bello que cierra la provincia de Burgos por el norte: Las Merindades. Un territorio que hunde sus señas de identidad en la más lejana Edad Media. Tanto, que solo con su denominación nos hace viajar hasta aquellos tiempos en los que el “merino” era el encargado de administrar en nombre del rey un territorio. Y el territorio administrado, sus merindades.
Hoy ese territorio es tan enorme que abarca 360 núcleos de población y 2.821 km², tiene declarados siete conjuntos-históricos (Espinosa de los Monteros, Frías, Oña, Medina de Pomar, Villarcayo, Villasana de Mena y Salazar) y cuenta con cuatro espacios naturales protegidos (Parque Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón, Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil, Monumento Natural de Ojo Guareña y Monumento Natural de Monte Santiago). Esto solo para hacerse una idea de la entidad y dimensiones.
Así que, insisto, lo que viene a continuación son tan solo cinco rincones a tener en cuenta si te aventuras por estas tierras del norte. Eso sí, cinco rincones de Las Merindades que, estoy seguro, te dejarán con ganas de más.
01 VALLE DE MENA
Este valle es uno de los anfiteatros naturales más impresionantes del norte burgalés, un pasillo verde que sirvió de enlace para el tránsito entre la Meseta y el Cantábrico durante siglos. De ahí el alto valor del legado histórico y artístico que atesora. Su especial configuración orográfica lo convirtió en lugar de paso preferente durante la ocupación romana hasta el punto de ser utilizado por ellos para trazar una de sus calzadas más transitadas, la que unía las actuales localidades de Herrera de Pisuerga y Castro Urdiales.
El caso es que para los viajeros de hoy se presenta como un pequeño joyero en el que disfrutar de dos de los edificios más singulares del románico burgalés: las iglesias de Santa María, en Siones, y San Lorenzo, en Vallejo de Mena. Muy cerca, merece la pena acercarse hasta la pequeña localidad de El Vigo para admirar el singular tímpano, también románico, que luce la puerta de su iglesia, con una emotiva representación de Jesús con la cruz a cuestas rodeado de soldados, mientras en la orla exterior se ha tallado el sepulcro vacío, guardianes dormidos, un ángel y las tres Marías.
También muy cerca, y especialmente cuando el agua ha recargado con ganas los acuíferos, el paseo hasta el nacimiento del Cadagua -fácil y corto- es una de las actividades que deberíamos tener en la agenda. El camino arranca por detrás de la iglesia de Cadagua.
02 OJO GUAREÑA
Entre las sorpresas que depara el pródigo norte burgalés se encuentra una de tamaño descomunal: el complejo kárstico de Ojo Guareña, un entramado de cuevas revolviéndose bajo el suelo a lo largo de más cien de kilómetros. Es, sin discusión, el mayor complejo kárstico y prehistórico de España, y uno de los seis mayores del mundo. Los principales hacedores de tanto hoyo son los ríos Trema y Guareña. Especialmente el Guareña. Para disfrutar del recorrido visitable, lo recomendable es pasar antes por la Casa del Monumento Natural de Ojo Guareña (tel. 947 13 86 14), sita en un remozado caserón nobiliario de la localidad de Quintanilla del Rebollar. El recorrido acondicionado por el interior de la cavidad (400 m.) finaliza en la ermita rupestre de San Bernabé, cavidad natural abierta sobre la pared rocosa del cortado decorada hasta el último centímetro por un esplendoroso mural realizado entre los siglos XVIII y XIX. Dos artistas anónimos trabajaron, en diferentes momentos, para narrar con detalle la vida, obra, once milagros y martirio de san Tirso, primera advocación de la ermita, en un retablo de viñetas coloristas lleno de ingenuidad y encanto.
03 PUENTEDEY
Esta localidad ofrece una de las estampas más reconocibles y singulares de toda la provincia. También otro ejemplo monumental de lo que saben hacer los ríos cuando luchan contra las rocas durante millones de años. En este caso, un ojo ciclópeo de 75 metros de largo, 35 de ancho y 15 metros de altura máxima sobre el que descansa el pueblo. Una arquitectura natural tan refinada que quien puso nombre al pueblo solo pudo pensar una cosa: esto es un “puente de dios”, Puentedey.
04 SAN PANTALEÓN
A la ermita de San Pantaleón de Losa es imposible no verla. Se halla situada en medio de un anfiteatro montañoso que vigilia desde su atalaya natural: un peculiar peñón rocoso, un plano inclinado perfecto, descrito, desde el tópico, como un barco varado en medio de las montañas. Allí, a la vista de todos desde una enorme distancia, cabalga las olas pétreas como una eterna surfista, contando con indiferencia el paso de siglos y peregrinos. No sólo su enclave es peculiar: lo es también su estructura, chaparra y poco elegante; su portada románica, vigilada por una enigmática figura de tamaño natural; o los canecillos de sus capiteles, máscaras diabólicas, martirios, personajes que parecen encerrados dentro de las arquivoltas… Tanto misterio se ve bien aderezado por quienes relacionan la iglesia –situada en el trayecto que recorrían los peregrinos que desembarcaban en Bilbao y viajaban hacia Burgos para enlazar con el Camino Francés- nada menos que con la leyenda del Santo Grial.
05 EL DESFILADERO DEL PURÓN
Uno de los pasillos naturales más hermosos de Castilla y León es el que labra el río Purón a través de la sierra de Árcena para llegarse desde su nacimiento, en la sierra alavesa de Andarejo, hasta el Ebro, a quien rinde aguas ya en la provincia de Burgos. También fue el camino por el que circularon los primeros foramontanos que traspasaban las barreras montañosas del norte en busca de nuevos asentamientos más hacia el sur. Hoy ofrece la posibilidad de un delicioso paseo entre las localidades de Herrán, en el lado burgalés, y Ribera, en el alavés. Entre ambos median cinco hermosos kilómetros, perfectos para hacer con niños.
El chacolí
Además de joyas románicas, pueblos con encanto y paisajes espectaculares, el Valle de Mena cuenta entre sus orgullos la tradición de un vino que aparece mencionado ya en el año 800, en documentos del desaparecido Monasterio de San Emeterio y San Celedonio de Taranco de Mena. Este vino del norte burgalés, conocido como “vino verde” de la Bureba y de las Montañas Norteñas, tiene la particularidad de que se sirve escanciado y en vaso ancho,
como la sidra, debido a que antiguamente no se filtraba ni clarificaba. Una estupenda oportunidad para degustarlo es asistir a la Feria de Artesanía que tiene lugar en Villasana de Mena a finales de mayo. En el marco de la celebración, los más de cuarenta productores de chacolí que trabajan en el valle siguiendo pautas artesanales presentan la cosecha anual y la dan a conocer en catas populares.
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Joyas románicas del valle de Mena (Burgos)
Las iglesias de San Lorenzo y Santa María son dos joyas del románico burgalés en el valle de Mena. Animales mitológicos, pasajes bíblicos, monstruos y otros misterios se asoman a sus capiteles.
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EL NORTE DE CASTILLA
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