"Los chicos de los martes están llenos de gracia", dice una rima tradicional inglesa que se refiere a las características de los bebés nacidos cada día de la semana.
El atentado a las Torres Gemelas fue un martes. El 11 de setiembre del 2001. Hubo más de 3000 muertos, que dejaron decenas de miles de huérfanos.
Los chicos de ese martes crecieron con una herida que la organización Tuesday´s Children, Chicos del Martes, intenta desde entonces ayudar a cicatrizar: apoyó a lo largo de los años a más de diez mil víctimas indirectas de la violencia con terapia y recreación.
Cuando los beneficiarios de esa ayuda, ya adolescentes, demostraron con sus progresos que la labor había sido exitosa, decidieron incorporar a otros que padecieron violencia en otros países, ya fuera como víctimas de hechos terroristas o como habitantes de zonas en guerra.
Los invitaron a reunirse en verano, en un programa que llamaron Common Bond, Lazo en Común. Todos los participantes tienen entre 15 y 20 años.
La primera edición de esta especial colonia que se repite todos los veranos y dura una semana convocó a 35 chicos de 5 países.
“Crecimos y llegamos a tener 450 chicos de 21 países”, dice Danielle Coon, directora del programa.
Los lugares elegidos cambian para cada edición.Este año, se hace en la universidad Bryn Mawr en Pennsylvania, Estados Unidos.
Por las mañanas, los chicos se levantan y participan de talleres basados en el modelo desarrollado por una especialista de la universidad de Harvard , Donna Hicks, conocido como “el modelo de la dignidad”. El primer paso es que relaten qué les pasó.
“Al principio algunos de los chicos se muestran tímidos, sienten vergüenza, pero finalmente se abren. Esta es la parte más conmovedora de las actividades, donde cada uno cuenta su historia y el resto como resultado, se siente más cerca“, relata Danielle.
Por la tarde, hay actividades electivas. Pueden ser deporte, música, teatro, construcción de paz, donde reciben instrucción acerca de los conflictos que hay en el mundo. Las opciones son atractivas y variadas.
“Hay un día al aire libre en el que todo es movimiento, color: los chicos se disfrazan y se pintan. También hacemos conferencias. Este año nos va a visitar un líder del dialogo interreligioso“, explica Danielle.
En cada edición de Common Bonds hay representantes de ambos lados de un conflicto: católicos y protestantes de Irlanda, palestinos e israelíes, cristianos y musulmanes. “Nada vuelve a ser igual para ellos una vez que se tocan, se ven las caras, se escuchan”
“Toma tiempo, pero se mezclan, se acercan”, asegura Danielle.
“Al principio se juntan solamente los que vienen del mismo país, pero después se hacen amigos más allá de la religión o de las nacionalidades”, destaca.
No todos los chicos tienen definido lo que van a hacer a hacer con sus vidas en el futuro, pero varios de los egresados de este programa regresan a trabajar con Common Bond. Otros, píensan estudiar algo que se relacione con la construcción de paz. “Todos los años se van de aqui convertidos en jóvenes embajadores de la paz”, garantiza Danielle.
Matthew y Mijal, sin resentimientos
Mathew Wisniewski es el segundo integrante de su familia que participa de Common Bond. La primera fue su hermana mayor, Jessica.
Matthew, que todavía cursa el último año de la escuela media, perdió a su papá, Alan, en el atentado a las Torres Gemelas cuando tenía cuatro años. Antes de sumarse a las actividades, nunca había hablado del tema. Era tímido y le costaba abrirse.
Ahora cree que la experiencia de Common Bond es "increible y sorprendente" y trata de mantenerse en contacto con sus amigos de otros países durante el año. Su vocación no está definida todavía, pero está seguro de que tendrá que ver con trabajar por la paz y el entendimiento entre los pueblos.
Mijal Tenenbaum es argentina y una veterana integrante de los grupos que cada año se unen para contar su historia y escuchar las de los otros. Su papá fue víctima del atentado contra la AMIA cuando ella era una beba. Hace seis años, que Mijal no se pierde una sesión.
La primera vez , fue en Belfast, en Irlanda del Norte. Ahora tiene un rol especial, es presentada a los otros participantes como un referente, una demostración de lo que se puede conseguir. Las ideas de Mijal sobre lo inútil de la violencia como respuesta ante el terrorismo y la ausencia total de resentimiento, su compromiso con el diálogo explican por qué fue elegida como modelo a seguir para los chicos que recién inician el camino de la curación de sus heridas.
Otros programas
Tuesday’s Chidren, la organización madre de Common Bond, también apoya a víctimas de otras tragedias.
Sostiene un programa para ayudar a familiares y compañeros de chicos asesinados por un tirador suicida en una escuela primaria en diciembre del 2012, en Newtown, Connecticut.
Allí, un joven de veinte años disparó contra los alumnos de la Escuela Elemental Sandy Hook para después quitarse la vida. La mayoría de los muertos, que alcanzaron los 28, tenían entre seis y siete años. Las heridas en la comunidad y los traumas de los sobrevivientes demandaban la participación solidaria y la experiencia de la organización.
Via:: Sociedad
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