- Con el tiempo te das cuenta de que nadie es tan especial.
Despierto de repente de un sábado que no me parece muy lejano y aterrizo de nuevo en el final de un jueves cualquiera que me sacude las ideas y los pensamientos. Pienso de repente en un cuento al que recurro mucho y me acuerdo del zorro que pide que le domestiquen. Nadie es tan especial, pienso. Nadie que no se haya dejado domesticar, nadie que no haya tenido el detalle de dejarse conocer, de acercarse lo suficiente. Y me cuestiono si soy yo quién ha tenido el espejismo de que puede que nadie se haya dejado conocer o se haya acercado lo suficiente. Pero los zorros son salvajes y se arrepienten rápido de la intimidad.
"Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo..."