Los Ángeles, turismo para cinéfilos
Los grandes hombres de negocios, las estrellas del cine y de los escenarios, o los grandes deportistas y modelos son solo una pequeña parte de la población, pero le dan un renombre espectacular y funcionan como un imán para los turistas. Es inevitable caminar por el Paseo de la Fama en Hollywood Boulevard sin que invada un mínimo sentimiento de paparazzi en busca de un famoso. Siguiendo por Hollywood Boulevard hasta el final, nos topamos con el Teatro Kodak, el lugar donde se celebra cada año la gala de los Óscar. Entre un muro eterno de curiosos fotografiando la meca para los profesionales de la gran pantalla, podremos ver la alfombra roja y la puerta por la que desfilan las grandes estrellas.Al oeste de la ciudad, en Beverly Hills, se levantan las grandes mansiones donde se alojan fortunas de todo el mundo, actores y directores de cine y televisión, iconos de la música y de la moda, empresarios multimillonarios... Tampoco se puede resistir uno a contemplar el gran cartel de 'Hollywood' del Monte Lee y hacerle una fotografía a uno de los rincones más reconocidos del planeta pese a su simplicidad. De lejos puede parecer poca cosa, pero como todo en Estados Unidos, el tamaño importa: casi 14 metros de altura en cada letra y más de 100 entre la 'H' y la 'D'. Es difícil acercarse mucho, pero el esfuerzo merece la pena porque desde allí todo el perfil de Los Ángeles queda sometido a nuestros pies, como también queda desde el Observatorio Griffith.
San Francisco
Sobre sus empinadas calles recae el honor de ser una de las ciudades más abierta del mundo, y es que no será la primera ni la última vez que se diga que San Francisco es la ciudad más europea de Estados Unidos. Lo que fue una cuna del movimiento 'hippie' en los años 60' es hoy uno de los epicentros del orgullo gay de todo el mundo.Coger el tranvía para recorrer la ciudad es prácticamente obligatorio, es la mejor forma de hacerlo sin acabar exhaustos por las interminables colinas sobre las que San Francisco está construida. Además, es como pertenecer a una persecución de película o formar parte de uno de tantos videojuegos inspirados en ella.
Toda escapada a San Francisco que se precie no deja pasar por alto Chinatown, al que se llega por un pórtico totalmente oriental y donado en su tiempo por Taiwán. Como si por arte de magia se tratase, en un solo paso parece que se ha cambiado de continente. Toda la estética es oriental, la arquitectura, la gente (un tercio de la población es asiática), los comercios, todo.
Pero sin duda, la joya de la corona es el Golden Gate, el puente colgante que comunica la península de San Francisco con el condado de Marin al otro lado de la bahía. Son más de 1.000 metros de longitud hechos de acero, con 6 carriles para coches, y vías para bicicletas y peatones, a 67 metros del mar, dejando espacio suficiente para todo tipo de barcos. Todo un símbolo que a menudo la densa niebla se empeña en esconder.
Según San Francisco va quedando atrás, a mano derecha y en medio de la bahía se encuentra la isla de Alcatraz, antigua fortaleza y prisión. Ahora se puede visitar y conocer de primera mano la vida de los presos (Al Capone entre otros) y las legendarias historias de fugas. Y del otro extremo del puente emergen las gigantescas secuoyas californianas, coníferas que superan los 100 metros de altura y los 8 de diámetro en la base.
Naturaleza a lo grande
La cultura del “cuanto más grande mejor” está muy instalada en la conciencia norteamericana. El Parque Nacional de Yosemite, aunque por capricho de la naturaleza, es un buen ejemplo de ello. No solo tiene más secuoyas, sino que además cuenta con cumbres escarpadas, grandes valles y cañones y enormes cascadas. Es un paraje natural formidable al que se le puede sacar el máximo partido con infinidad de excursiones. Sobre todo destacan las que te llevan al acantilado 'Gran Capitán' y 'Half Dome', muy atractivos para los escaladores.Al sur del Yosemite y más pegado aún con el límite estatal de California con Nevada, rumbo a Las Vegas, queda el Valle de la Muerte. La poca agua que llega es la de la humedad del océano Pacífico y que solo se deja notar de vez en cuando en alguna cumbre. Está encerrado por montañas en los cuatro flancos, la temperatura mínima anual ronda los 20ºC en invierno y los 50 en verano, por lo que el nombre no se le queda nada corto. Mejor no perderse por allí.
Por el otro lado del estado de California, por el oeste, son igual de famosas sus playas. Como todo en California, recuerda mucho a lo que ya hemos visto en la pantalla, porque paseando desde Venice Beach (con mucho ambiente festivo y universitario) hasta la playa de Santa Mónica (con más glamour) se tiene la sensación de estar viendo un capítulo de 'Los vigilantes de la playa'.
Imágenes: flickr (Marc_Lee, Marianna Carrera, loop_oh, Redeo, michael hilton) y sxc.hu
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