Bruselas es otro país con grandes tintes de diversidad, una ciudad antigua, con mercados y persas vigentes, con actividades culturales que se arman de la noche a la mañana.
El nivel de inmigrantes que vimos en el país es similar a la de París y se refleja en la cantidad de idiomas que se hablan (si ya existían 3 idiomas oficiales, sumando otros se pone peor), como también colores de piel, vestimentas, entre otros elementos que los distinguen del resto de la población.
Nuestra visita coincidió con el Día del Peaton o “Pederestians First”, una especie de celebración de los nuevos trabajos en las calles de la ciudad, los cuales favorecen el tráfico de los peatones por sobre el de vehículos motorizados.
En la ciudad pudimos ver como se compartía en familia, y la fuerte conexión que existe con el esparcimiento en la ciudad, como también de los deportes.
A nivel cosmopolita es similar a su vecina Francia y se puede apreciar en cada esquina, hoy los límites y fronteras son casi nulos.
Bruselas nos deja con el gusto de ser una ciudad que está a un paso de seguir siendo un ejemplo en su posición en la UE como también de caer y quedar en el olvido como una ciudad más, con una bella plaza central, ricos chocolates y cervezas.