Cómo en casi todos los países “pobres” la sensación de pobreza te invade según entras en contacto con la población.
Nuestro pequeño hostel estaba justo al lado del llamado Arco 22. El 22 de julio de 1994, Banjul fue escenario de un cruento golpe de Estado militar en el que el Presidente Dawda Jawara fue derrocado y reemplazado por el presidente del país Yahya Jammeh. Para conmemorar este evento, el Arco 22 se construyó como un portal de entrada a la capital. La puerta es de 35 metros de altura y el centro de una plaza abierta. Alberga un museo textil.
Albert Market es un bullicioso mercado, creado a finales del siglo XIX, ocupa más de ocho calles y constituye un auténtico desafío para la vista y los sentidos. Entre telas, olores y colores pasamos y paseamos durante horas.
La mezquita del Rey Fahad (construida en 1988 en sustitución de otra de 1930), la principal oficina de Correos, la Casa del Gobierno, la Casa de Justicia, el Museo Nacional y el African Heritage Centre.
Desde Banjul tomamos un minibus a Bakau, es un pueblo en la costa de Gambia , ubicado a 9km aproximadamente al oeste de Banjul. Es conocido por sus jardines botánicos, su piscina de cocodrilos en el barrio de Kachikali y por sus playas en Cape Point. Debido a su carácter eminentemente residencial y a la proliferación de lujosos hoteles y negocios relacionados con el turismo, es la ciudad más desarrollada de Gambia.
A última hora nos fuimos a recoger las mochilas y directas a la terminal de ferries para coger el transbordador que nos llevaría hasta Barra.
Una vez en Barra preguntamos cómo podíamos llegar hasta Jinack Island, una isla de 15,2 kilómetros distribuidos entre Gambia y Senegal denominada la “isla de la marihuana” o ” Paradise Island “La isla pertenece a la reserva natural del Parque Nacional de Niumi.
Nos metieron en un todo terreno y llegamos a un río que teníamos que cruzar en barca, allá nos metimos en medio de la noche en la barca destino Jinack Island, al llegar a la Isla nada que ver con lo que pensábamos que nos encontraríamos. La isla estaba desierta, no había hoteles y un chico nos dijo que podíamos dormir en su hotel, que era básicamente una caseta redonda en mitad de la nada. Fuimos conscientes que estábamos durmiendo en un hotel ocupa y estábamos pagando por él, pero….que podíamos hacer? era muy tarde, no había nadie, no teníamos cobertura, ni luz y lo peor no teníamos forma de salir de la isla, lo mejor era relajarse, poner la mosquitera, matar todas las arañas que veíamos y mañana sería otro día.
Y así fue.
La noche pasó tranquila, nos duchamos con cubos fuera de la caseta y nos fuimos a descubrir la isla, la sensación de paz era maravillosa, kilómetros de playa sin nadie y vimos una especie de bar en el que no había nadie pero dónde pudimos tomar un café. La isla estaba repleta de plantaciones de marihuana.
Y seguimos andando y encontramos una pequeño pueblo con una pequeña tienda y con gente. Decidimos repartir allí todo el material escolar que llevábamos y jugar con los niños, la forma con la que nos lo recompensaron fue con unos cocos y un descanso en aquella isla.