Jueves reflexivo: paseos de viernes

Refelxión del jueves: paseos de sobremesa

Hola a todos y bienvenidos un día más. Ya estamos a jueves y toca post improvisado, así que con mi café, el silencio invadiendo la casa y la oscuridad que presagia un nuevo día de lluvia, empezamos.

Hace mucho que no hablo de un paseo, y al igual que el post que compartí el lunes sobre mi encuentro con Siri Hustvedt, estos post me sirven como recuerdo en el futuro porque los cuento tal como sucedieron y leerlos es como leer un diario.

El paseo que quiero compartr fue el viernes. Ese día salimos a una hora rara para nosotros, especialmente en un día entre semana, pero teníamos libre ese momento y quise aprovechar.

Así que a las tres y media de la tarde, más o menos, después de comer y tomar un café, decidimos ir a dar una vuelta. Y sin pensarlo pusimos rumbo al paseo de la playa, lo que aquí llamamos "El Muro".

A esas horas no había casi nadie, y pasear envueltos en el sonido del mar y el de nuestros pasos resultó de lo más agradable. El día estaba gris pero la temperatura era estupenda, así que caminamos contentos, charlando de cosas sin importancia e intentando desconectar del estrés del día a día.

En algunas zonas había surfistas disfrutando de su mágica conexión con el mar, y en otras los perros corrían libres por la arena.

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Los surfistas en su conexión con el mar

Al llegar al final nos detuvimos un ratito en los alrededores de la iglesia, y contemplamos el mar, que estaba tranquilo y sereno.

Luego fuimos a la plaza del ayuntamento, un lugar que me encanta, con sus bares, el aroma a verano, a fritos y a sidra. Por las mañanas entre semana es una zona bulliciosa porque ademas del ayuntamiento hay oficinas, bares y locales, por lo que la zona está viva. Los fines de semana hay misas, bodas en la iglesia o el ayuntamiento y mucho ambiente en los bares, así que también es una zona viva, pero un viernes de sobremesa apenas hay nadie.

Después de estar un rato paseando, y tras cotillear(y activar la puerta automática sin querer) en el "Hotel Asturias" donde transcurre gran parte de la peli "Volver a empezar", nos fuimos al puerto deportivo, que aquí llamamos "El Muelle".

Un poco antes de entrar quise hacer una foto a un tonel de sidra gigante y quería que saliera de fondo el árbol que tenemos hecho de botellas de sidra. Y por más que intentaba hacer la foto siempre se me atravesaba una familia, y además la chica de la familia no paraba de hacerse fotos con la poca gente que pasaba. Entonces, cuando me acerqué, vi que era Amaia, la ganadora de Operación Triunfo, con su familia. Y la verdad es que me pareció muy sencilla y natural, paseando sin aspavientos ni cosas raras.

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Y por aquí detrás estaba Amaia, haciéndose fotos con la gente

Una vez superada la sorpresa paseamos por el puerto, charlando de nuestras cosas y mandando entretanto whatsapp a unas amigas de mi hija que son muy fans de Amaia, muriéndonos de risa al imaginar sus caras.

En el puerto deportivo nos fuimos encontrando con algunas parejitas jóvenes, y eso me hizo viajar en el tiempo. Yo creo que la mayoría de las parejas de Gijón han ido al Muelle, a la playa de San Lorenzo o al parque de Isabel La Católica en sus comienzos.

La tarde poco a poco va avanzando y aunque la calle aún sigue muy tranquila ya hay más movimiento. Los viernes por la tarde siempre han sido mi día preferido de la semana, y me encanta ver la tarde cobrando vida. Al llegar a un parque que se llama La Plaza del Parchís, y que siempre ha sido punto de encuentro de la juventud, ya empiezo a ver grupitos de chicos. En un lado veo a una chica sola, viste vaqueros, camiseta y una melena muy bonita. Parece que espera a alguien y de vez en cuando consulta su móvil. En otro lado hay un grupo de chicos, todos con vaqueros y camisas estampadas( a veces creo que hemos vuelto a los 90) que charlan entre ellos y también parece que esperan a alguien, quizás el amigo que siempre llega tarde o tal vez el amigo que está en clase particular, en música o estudiando en casa y no puede llegar tan pronto. Luego veo parejitas dispersas por los bancos y un grupo de chicas que llegan cada una por un lado y se saludan efusivas, como si llevaran años sin verse, aunque a lo mejor se han visto esa misma mañana, y cuando veo gente tan joven me imagino que su finde acaba de empezar. ¡Me imagino lo contentos que estarán!

Al ver esas imágenes mi marido y yo compartimos alguna anécdota de cuando teníamos esa edad, de las tonterías que hacíamos y nos parecían tan importantes, o de lo mucho que nos gusta que la gente de nuestro alrededor esté feliz. Estar rodeado de un ambiente relajado es genial.

Poco a poco seguimos avanzando y llegamos a otro parque, La Plazuela de San Miguel, y aquí el ambiente es diferente. Aunque hay alguna que otra persona joven salpicada por la plaza, la mayoría son personas mayores. La mayoría se conocen, probablemente son habituales de la zona, y charlan relajadamente. Y al verlas pienso, que en el fondo, no son tan distintos de los jovencitos que vimos unos metros más atrás. Todos han salido a pasar la tarde con personas con las que pueden charlar y distraerse.

Caminando tranquilamente vamos en dirección a casa porque aún quedan cosas por hacer y tenemos que ir acabando el paseo. Al enfocar una de las calles principales de mi ciudad me doy cuenta de que la tarde ha despertado definitivamente y ya huele a viernes por la tarde, uno de mis aromas preferidos. En la misma acera veo madres corriendo con niños con kimonos de kárate, otros llevan estuches con instrumentos musicales y otros mochilas deportivas que no nos dejan saber qué deporte practican.

Además, las tiendas que estaban cerradas están levantando las verjas y encendiendo las luces, y mucha gente camina relajada, con cara de felicidad, por lo que deducimos que acaban de salir del trabajo y empieza su finde.

Y rodeados de mamis y niños, de trabajadores que van a disfrutar de un merecido descanso y de tiendas que lucen sus galas otoñales nos vamos a casa para seguir con las obligaciones. Pero volvemos relajados y contentos, y es que nosotros nos conformamos con poco, un paseo a la orilla del mar, un poco de conversación y ese olor que solo desprenden las tardes de los viernes nos hace felices. Y lo bueno es que mañana vuelve a ser viernes, y este finde tenemos planes molones.

Muchas gracias a todos por leerme y nos vemos el sábado en el repaso semanal, que además siempre tiene un especial.

Muy feliz jueves.

Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
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