Y es que un conflicto tan largo y complejo da para construir un sinfín de narrativas: desde las tiernas como La vida es bella hasta las trágicas como El Pianista; y por supuesto muchas pero muchas historias de acción.
En esta última categoría cae sin esfuerzo Midway: Batalla en el Pacífico (2019), cinta dirigida por Roland Emmerich que, como su nombre lo indica, recrea la batalla naval entre Estados Unidos y Japón en 1942.
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Midway sigue al escuadrón de pilotos bombarderos del portaviones Enterprise, quienes son liderados por el temerario Richard Dick Best (Ed Skrein); así como el trabajo de inteligencia de Estados Unidos para derrotar a los nipones.
Los primeros 40 minutos son sin duda los mejores: Emmerich brinda un fascinante espectáculo de destrucción en Pearl Harbor que sirve como un potente motor para todo lo que vendrá después.
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El problema viene cuando las secuencias de acrobacias aéreas, disparos y explosiones se repiten una y otra vez, porque entonces cuando llega la batalla final (la de Midway) ya no nos emociona.
A Emmerich se le olvida que incluso en medio del caos de la guerra hacen falta momentos de silencio para reflexionar todo lo que está ocurriendo. Lo intenta en un par de momentos con Dick y Murray, pero no resulta creíble.
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Sin embargo, no todo es malo. Varias actuaciones secundarias se vuelven a lo largo de la cinta (incluso más que la del propio Ed Skerin).
Un claro ejemplo es la de Nick Jonas como Bruno Gaido, que cae bien porque es el único cuya falta de miedo a morir no viene del forzado heroísmo norteamericano, sino de un profundo (y hasta envidiable) nihilismo.
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Poniendo todo en la balanza Midway es una película buena (a secas); el problema es que como tal, no es ni será memorable.
Midway: Batalla en el Pacífico se estrena este viernes 15 de noviembre en cines.