Viena Imperial (IV)

Iglesia de San Carlos Borromeo

Durante la epidemia de peste de 1713, el emperador Carlos VI prometió, que tan pronto como la ciudad se viera libre de la plaga, levantaría un templo dedicado a Carlos Borromeo, antiguo arzobispo de la ciudad y patrono de la lucha contra esta enfermedad.




El resultado fue una mezcla de estilos que van desde el pórtico y la cúpula de inspiración griega y romana, a las torres y los pabellones laterales que parecen transportarnos a los minaretes de Arabia y a la antigua China.









La construcción duró 25 años, y representa no sólo la ofrenda de un emperador a su santo, sino que la iglesia misma nos recuerda los sufrimientos del pueblo vienés durante la plaga, como podemos ver en el frontón coronado por la figura de San Carlos.





Las dos torres tienen en su interior dos escaleras que permitían en un principio llegar hasta su cúspide, pero ahora están cerradas, y por fuera, a imagen y semejanza de la columna de Trajano, están cubiertas por un rollo que representa la vida del santo: su constancia a la izquierda y su valor a la derecha.

Palacio Belvedere







La verdad es que el Bajo Belvedere no parece un palacio, o por lo menos no dentro. Si, la entrada es muy "real", pero dentro se ha eliminado cualquier resto de adorno barroco si exceptuamos el esplendor de la Sala de los Espejos, la de los Grotescos. o la Galería de Mármol que representaron un fascinante panorama del arte en la vida y el diseño del Barroco. Este palacio, y la Orangerie alojan imponentes exhibiciones especiales, como la que visitamos, una maravillosa muestra del trabajo conjunto del arquitecto, interiorista y diseñador Hoffman y del increíble Klimt. No puede dejar de verse.

Salimos al nevado jardín y subimos una pequeña cuesta que nos lleva, atravesando un espacio de fuentes congeladas, esculturas clásicas y setos hasta el Belvedere superior, escoltado por enormes esfinges.








El jardín se construyó en tres niveles, que simbolizan de abajo a arriba los cuatro elementos, el Parnaso y el Olimpo.
El Alto Belvedere alberga la excepcional colección de arte austriaca que abarca desde la Edad Media hasta el presente. El corazón de la muestra de "Arte hacia 1900" lo constituye la mayor colección de Gustav Klimt del mundo. Las obras cumbre son los cuadros dorados " El Beso " y " Judith I ", así como trabajos maestros de Schiele y Kokoscha.








 Prominentes trabajos del Impresionismo francés y la más destacada colección de Biedermeier, completan un espacio en el que podemos pasar horas enteras disfrutando de la pintura moderna, sobre todo del espacio hipnótico de Klimt.
La joya que guarda otras joyas







La Prunksaal, mandada a construir por Carlos VI entre 1723 y 1726, ocupa todo el frente de la plaza Josefsplatz y tiene 77,7 metros de largo, 14,2 de ancho y una altura de 19,6. Los frescos del ala de la entrada representan temas profanos y bélicos, mientras que en el ala de la Paz, que llega hasta el Palacio Imperial, donde estaba inicialmente la entrada para el Emperador y la Corte, hay representaciones alegóricas del cielo y de la paz. El fresco de la cúpula de casi 30 metros de altura representa la apoteosis de Carlos VI, con una alegoría sobre la edificación de la biblioteca.











También una estatua de Carlos, como Hercules Musarum, preside el espacio bajo la cúpula, rodeado por cuatro globos terráqueos barrocos. Junto con otras estatuas de mármol de los hermanos Strudel y las magníficas librerías de nogal, representan una auténtica biblioteca universal barroca del siglo XVIII.













La biblioteca cuenta hoy en día con 200000 libros de 1501 a 1850 y un total de 8 millones de libros y objetos coleccionados.













La luz que entraba por las ventanas reflejaba los tesoros almacenados en la sala, el olor a venerabilidad y sabiduría lo inundaba todo...Custodios imperiales









La minúscula iglesia dedicada a Santa María de los Ángeles, reformada a principios del siglo XX, siguiendo escrupulosamente los planos del siglo XVIII, permanece con su orgullo barroco, como una de los templos más recogidos y queridos por los habitantes de la capital vienesa. Hasta allí no llega el trasiego de las calles comerciales ni los gritos de los grupos de turistas que transitan hasta la Ópera o de vuelta a San Esteban.

Antes de entrar, en la fachada, en un nicho a la izquierda, encontramos una estatua del capuchino Marco d"Aviano, impulsor de la defensa contra los turcos en 1683, una estatua a cielo abierto, por cierto.




Dentro, sobrecoge más el silencio del templo que la riqueza más bien simplista de los altares y retablos. Parece como si los artistas hubieran cerrado un poco el grifo a la hora de llenar las paredes y techos.
Por ello, la sencillez y el recogimiento del lugar nos predispone a entrar luego en la Gruta de los Zares, antiguamente guardada por los capuchinos.


Donde descansa la sangre azul

Siempre me han gustado los panteones reales. El Escorial, San Pedro y San Pablo, Alcobaça...La sensación de estar cerca de aquellos que eran casi inaccesibles, pasar a su lado, pararme frente a ellos saltar de una época a otra, de un monarca a otro sin moverme casi del sitio...Me gusta y no puedo evitarlo. A mucha gente le parecerá extraño, pero habrá otra que me comprenda.














La Kaisergruft de Viena, custodiada por los padres capuchinos de la iglesia convento que se encuentra inmediatamente encima de este sótano, no fue una excepción.
El recorrido que se realiza dentro de la cripta no es precisamente corto, y toma su tiempo; primero porque toda la dinastía Habsburgo que gobernó Austria y Hungría ( en ocasiones) está enterrada aquí sumando un total de 150 sarcófagos y tumbas, entre ellas las de 12 emperadores y 19 emperatrices.
Es especialmente conmovedor ver la cantidad de féretros de infantes y príncipes que morían a muy cortas edades, algunos recién nacidos.
Otra curiosidad es que muchos de los cuerpos que se sepultaron aquí estuvieron incompletos. De 1654 a 1878, los corazones de los Habsburgo se enterraron en la Cripta de los Corazones de la Iglesia de San Agustín, una costumbre que todavía no encuentra un porqué.











En 1989, Zita, la última emperatriz austriaca, fue enterrada aquí. Y el 16 de julio de 2011 su hijo mayor, el príncipe heredero y político en Europa, Otto Habsburg, y su esposa Regina encontraron también aquí su último lugar de descanso.

















Pero sin duda el objetivo de muchas de las personas que visitan la cripta es la de conocer el lugar donde reposa la romántica Sissi, su marido y su hijo suicida. Al final del recorrido, justo antes de salir de nuevo al aire libre, los tres sarcófagos, juntos en una misma habitación, y más elevados que el resto, permiten que por unos instantes revivamos la vida de Elizabeth de Austria-Hungría, que tanto vimos en las películas de nuestra infancia. Los visitantes se embeben de una emoción tal que las lágrimas no tardan en aflorar a sus ojos...





Una experiencia imprescindible

¡Bim!, ¡Bim!,¡ se acerca un tranvía! Echémonos atrás y esperemos a que se abran las puertas del viejo vagón. Subamos los dos escalones y.. de repente la máquina del tiempo nos hace retroceder 60 años. Nada tiene que ver el venerable y anticuado Bim ( así llamado por los vieneses por el sonido con el que anuncian su llegada, con los modernos pero insípidos vagones de la década pasada.




Durante el tiempo que dura el trayecto, no cuesta mucho sentirse en la piel de los austriacos que vivían en los 50 y 60, con los asientos duros y resbaladizos, apenas una estructura de metal y chapa.
Hay un secreto que me gustaría compartir: dos asientos en cada vagón son el objeto de deseo de cualquiera que se suba al tranvía. La razón es que debajo de ellos se ubican las estufas que mantienen la temperatura en el interior, ya que al ser muy antiguos no tienen aire acondicionado. La lucha por conseguir esos dos asientos en invierno es casi a muerte. No me extraña, estando a -15º...









Actualmente los modernos tranvías están desplazando rápidamente a los vagones antiguos, así que hay que darse prisa en probarlos, ya que sólo se mantienen en determinadas líneas.
Toda una experiencia.

Impresionante y olvidada Votivkirche

Olvidada porque apenas suele recibir visitas de turistas, sin contar con los insistentes, que como yo volvemos hasta tres veces para poder entrar durante los cortísimos y escasos periodos en los que permanece abierta, apenas unas horas al día.






Pero la insistencia vale la pena, porque si el exterior, es bastante impresionante por la altura de las agujas, que inevitablemente me recuerdan a las de la catedral de Colonia, el interior es frio pero cautivador. Empezando por el origen del templo, que tal y como ocurrió en San Salvador sobre la Sangre Derramada en San Petersburgo, se edificó sobre el lugar del atentado contra un miembro de la realeza, en este caso Francisco José en 1853.
En segundo lugar el carácter castrense del templo, ya que muchas de las capillas de la iglesia están consagradas a regimientos y héroes militares austriacos.













El monumento más importante es el sarcófago renacentista de Nikla Salm, situado en la capilla oeste de la nave norte. Salm mandó las tropas austriacas durante el asedio turco de 1529.
Lo curioso, es que el emperador ordenó su construcción como acción de gracias, pero se levantó con el dinero de una suscripción popular..









Actualmente y al parecer desde hace varios años, se encuentra en una profunda fase de remodelación, rodeada de andamios por fuera y con algunos por dentro. De todas maneras merece la pena la visita.






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