Terapia contra el qué dirán

Últimamente me importa demasiado el qué dirán.
No puedo evitarlo.

Llevo ya algún tiempo codeándome con víboras y vivo con miedo a que me muerdan. O más bien con miedo a que envenenen a quienes me rodean.

El otro día una amiga me dijo, "esto te está consumiendo".
No le falta razón.

Parece que soy demasiado vulnerable a los ataques y las opiniones ciegas e ignorantes de los demás.

A veces deseo ser como algunas de las personas a las que más quiero.
Esas capaces de sentir que los dardos envenenados les resbalan.
Como mi amiga Moni, ella dice que toma "amiplin".

Son inmunes a las malas lenguas. O al menos a las palabras gratuitas de aquellas personas a las que no quieren.

Me gustaría ser como ellas. No de mayor (que creo que ya lo soy), sino ahora.
Tejerme una coraza que me haga algo más fuerte, menos vulnerable, más segura.

Me cuesta. Lo intento.

Me duele más todavía cuando me afectan las palabras de personas analfabetas.
Porque al final no sé quién es mas tonto, si ellas o yo.

Tampoco puedo evitar decirlo, en voz alta o si te descuidas "por lo bajinis".
Necesito escupir el dolor que me producen.
Es como echar la flema cuando uno esta constipado.

Espero curarme pronto, no quiero enfermar de por vida
y olvidarme de quién soy, entre la amargura y el letargo que me produce el rechazo social.

Veamor a ver qué pasa...



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