Pareciera lo más sencillo del mundo coger una almohadita y rellenarla de algodón, pero no, para hacer un cojín con detalles que lo hagan ver lindo además de útil es importante hacer un diseño, en este caso les contaré como hice mis primeros cojines experimentando con la técnica patchwork.
Como todos cuando hacemos algo por primera vez corremos el riesgo de que o salga bien o nos salga mal, como suerte de principiantes sí que me salieron lindos mis dos primeros cojines, estaba muy contenta con el resultado aunque sabía que tenía mil cosas por corregir, que no eran muy fáciles de percibir para una persona del común que no supiera de costura, pero yo lo sabía.
Cuando le mostré a mi amigo Fer uno de los cojines (me gusta la crítica de los hombres porque al no ser tan detallistas como nosotras puede no ser tan crítica) le pareció bonito, pero cual sería mi sorpresa cuando le hice el comentario de mis errores “invisibles” y antes de que yo terminara la frase el me los mencionó O_o, (tengamos en cuenta que es un chico que trabaja en una oficina y no tiene idea de cosas de costura ), hasta ahí estaba en un nivel de aceptación digamos que normal
Eso hizo que quisiera hacer más cojines y mejorar la técnica, así que me puse manos a la obra, muy animada porque había comprado nuevos materiales hice mis cortes y empecé a coser, algo no me iba cuadrando, desde el principio noté como me estaban haciendo falta algunos colores para darle continuidad al diseño pero en medio de la emoción decidí cortar otros retazos y agregarlos, (que podía pasar si es patchwork…trabajar con retazos…vale), pues mal, grave error, no es tan básico!
De terca que soy continué con mi máquina hasta terminar el cojín, seguía sin gustarme pero no paraba de hacerlo, creo que necesitaba la confirmación a gritos de que esto iba a salir mal.
Efectivamente lo terminé y quedó tan feo que me hizo recordar mi poca tolerancia al fracaso, no tenía gracia lanzarlo contra una pared porque era tan suavecito que no iba ni siquiera a sonar así que sería peor la frustración.
Entonces decidí guardar todos los materiales y tomarme un descanso… hasta el otro día, ya con la mente más clara y sin ver el cojín feo que había escondido, comencé de nuevo, tomé mejore medidas, cambié el tema del cojín totalmente y adivinen… este sí me salió y mucho mejor que los otros.
Luego se lo mostré a Nelson (otro de mis mejores amigos) y le pareció que estaba muy lindo y que quería uno para él, cuando le conté del otro que hice tan feo no me creyó hasta que le envié la foto, esto fue por chat, creo que si hubiera podido ver su cara esta sería de espanto y risa, pero el muy sútil solo atinó a decirme que sí estaba un poco “regular”
La moraleja de esta anécdota es que de los errores se aprende y no porque falles una vez debes desistir, al contrario toca asumirlo como un reto y así mismo las cosas se van dando de mejores maneras.
También que con los amigos de verdad se puede contar siempre para que te digan que tan bueno o que tan malo eres haciendo algo, el nivel de sutileza ya depende de su carácter
Recuerden dejar sus comentarios y dar me gusta en mi página de facebook
https://www.facebook.com/ysiaventuramos/
https://www.facebook.com/ysiaventuramos/
Fuente: este post proviene de Y que tal si..., donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado: