Fotografía: Matej from www.pexels.com
La primera vez que logro distinguir, entre las ramas, vida humana quedó quieto. Eran pequeños seres que estaban según podía ver alrededor de unas ramas que tenía una especie de danzas roji-amarillentas y que expelía humo.
Pensó que por las bajas temperaturas se habían arremolinado alrededor de esas ramas que crujían y ardían a más no poder.
Reían y hablaban, y por un momento pensó que debía ser agradable poder decir lo que sientes o pensabas sin emitir gruñidos. Eran pequeños seres que vestían ropas muy gruesas para cuidarse del frio y tomaban una poción caliente de una taza.
No se alejaban de las ramas que ardían. Vio en uno de ellos un artículo que en otro tiempo había matado a uno de los suyos. Sabía que esa cosa, como fuera que se llamase, si le alcanzaba podía herirlo.
Se preguntaba porque los humanos, ante su presencia, lo primero que hacían era tomar esa cosa y apuntarle. Era cosa si eso le diera más poder o seguridad.
Decidió observar y no acercarse, pues no quería terminar como su compañero.
Luego de un rato, decidió alejarse tratando de no hacer ningún ruido.