me empaché de dolor.
Fin de la primera parte.
Ahora, tu amor ya
me sabe a poco.
Eres insípido, áspero y soso.
Desprendes un rancio olor
a egoísmo y sabes
fuertemente a
cobardía.
Antes, abrías mi apetito.
Ahora, tan sólo con el
recuerdo de tu hedor,
cierras mi estómago con
un nudo marinero.
A ciegas, eres ya un
plato que jamás
volveré a probar,
más que para punzarme
en el pecho el tenedor
que provoque tu olvido.