Las conclusiones de los investigadores indican que nuestros primeros ancestros humanos, incluyendo el Asutralopitecus afarensis, podrían haber sido capaces de caminar de forma bípeda utilizando sus torsos para aumentar la eficiencia de los pasos de la misma manera en la que hoy lo hacemos los humanos.
El bipedalismo humano se caracteriza por el movimiento coordinado de la pelvis y el tronco, denominado rotación axial, que se mueven en direcciones opuestas durante la zancada para poder dar pasos más largos y también utilizar el balanceo de los brazos para compensar las rotaciones de la cadera.
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