La presencia de las células de una persona en el lugar de un crimen o en un objeto específico quizá no pruebe que el sospechoso estuviera en el lugar del crimen o que hubiese tocado realmente el objeto en cuestión. ¿Y si su ADN hubiese llegado hasta allí por otros medios? La base de esta preocupación ha sido ahora confirmada gracias a un estudio de la Universidad de Indianápolis (UINDY), en EEUU.
La investigación ha mostrado que la transferencia secundaria de ADN humano a través del contacto con un intermediario es mucho más común de lo que se creía. El hallazgo podría tener graves repercusiones para la ciencia médica y el sistema de justicia penal.
Para el estudio, las investigadoras diseñaron un experimento en el que se pidió a pares de voluntarios que se dieran la mano durante dos minutos. Después de ese tiempo, los mismos voluntarios cogieron unos cuchillos. De estos se tomaron muestras de ADN. Se comprobó que, en el 85% de los casos, el ADN de la persona que no tocó directamente el cuchillo fue transferido a este en cantidad suficiente como para formar un perfil.
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