Martes.
Querido:
Tengo la certeza de que voy a enloquecer de nuevo. Siento que no podemos volver a pasar por una de esas fases terribles. Y esta vez no me voy a recuperar. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que me parece la mejor opción. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido, en todos los sentidos, todo lo que se puede ser. No creo que dos personas pudieran ser más felices que nosotros hasta que llegó esta terrible enfermedad. Ya no puedo luchar más. Sé que te destrozo la vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Fíjate, ni siquiera soy capaz de escribir esto correctamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has tenido una paciencia absoluta conmigo y una bondad increíble. Eso quiero decir: lo sabe todo el mundo. Si alguien hubiera podido salvarme, habrías sido tú. Ya no me queda nada, salvo la certeza de tu bondad. No puedo seguir estropeándote la vida.
No creo que dos personas pudieran ser más felices que nosotros.
V.
Virginia Woolf