Otra vez en el mercado de la búsqueda laboral

He vuelto de las primeras vacaciones reales que me he tomado en toda mi vida. Veintiocho días sin internet, teléfonos móviles, tabletas o libretas. He tenido que irme muy lejos para volver y comprender que mi vida laboral no podía seguir igual. Durante los últimos seis años me dediqué en cuerpo y alma a desarrollarme en el sector de la nutrición, titulación que en su día obtuve con mucho esfuerzo e ilusión. Una vez conseguí el dichoso diploma, dejé mi antiguo oficio para adentrarme en un mundo completamente desconocido hasta entonces para mí, pero por el cual me sentía profundamente atraída.

Así fue como alrededor de los 30 años, dejé las tareas administrativas para dedicarme a poner dietas a ton y son. Al principio (hace unos 6 años aprox.) cuando encontré mi primer empleo en el sector (como autónoma, descubriendo más tarde que en casi todas las empresas que ofrecen empleos a estos profesionales lo hacen bajo esa modalidad de contratación) al menos el salario estaba dentro de mis expectativas. Era la primera vez en mi vida que ganaba más de 1300 euros mensuales netos. Sí, me fue mejor de lo que me esperaba para ser mi primer empleo como nutricionista. Eso sin contar que duró como mucho un año, y que a partir de ahí solo he visto el declive continúo de una profesión donde el salario mínimo situado en unos 1100 euros/mes no llega en ningún caso ni a la mitad, donde ninguna empresa te hará nunca un contrato laboral con tu alta en la seguridad social y donde nunca más volverás a pronunciar palabras como “estabilidad laboral”, “respeto profesional” “contrato de trabajo” o “salario justo y digno”.

En efecto esta profesión que me empeñé en aprender con esfuerzo e ilusión, me ha roto el corazón. Por mucho que intento comprender y buscar las causas de que esté tan mal pagada y desvalorizada en España profesiones como la de nutricionista, no consigo encontrar nada. Tal vez sea cultural, o simplemente se trate de que vivimos en un país en donde a la figura del nutricionista-dietista no se le da la más mínima importancia profesional creyendo que cualquiera puede auto-asesorarse con dietas bajadas de internet porque eso está a la orden del día. Pues vaya inconsciencia y falta de seriedad.

Todas las empresas para las que he trabajado como nutricionista-dietista dejan un mal sabor de boca, un poco menos de ilusión a cada paso por la profesión y unos niveles de decepción escalofriantes. Arruinan todo lo bueno que esta profesión sanitaria ofrece, como la credibilidad profesional, convirtiéndote en comercial de productos dietéticos en vez de permitirte ejercer como un verdadero profesional de la salud. La mayoría son laboratorios que te ofrecen un puesto de comercial (bajo el título de nutricionista) de sus marcas y líneas de productos en las farmacias, donde además de ser autónoma y pagarte tu carísima seguridad social, te exigirán que tengas coche (para lo cual no te ofrecen ningún beneficio, tú te pagas todo), ganas miserables puñados de pequeños euros por cada consulta que consigues (si las consigues) y así pasan tus días de desgaste profesional deseando que lo que estás viviendo no sea real.

Y así llevo los últimos cinco años de mi vida profesional. Malviviendo con miserables sueldos y conviviendo con intolerables condiciones laborales. Basta. Todo eso ya se acabó, porque he tomado la decisión (muy a pesar) de dejar el sector por el que tanto me he esforzado para convertirme en una profesional competente que nunca será valorada.

En España aunque existen asociaciones para nutricionistas con titulación universitaria, no existen sin embargo organizaciones que enarbolen la bandera de los derechos laborales de los nutricionistas-dietistas que no somos universitarios (como yo). Lo cual además de tremendamente injusto, fomenta tal y como mi testimonio aquí personal expuesto, el enorme abuso que debemos soportar sin que nadie tenga la menor idea de esto. Y creedme no es porque mi título no sea universitario que me ha ido tan mal en el sector. Yo obtuve una titulación denominada “Técnico Superior en Nutrición Humana y Dietética” con posteriores formaciones especializadas en mi profesión que no he parado de realizar desde que me dedico a ello. Simplemente se trata de que no hay ley laboral que nos proteja. Lamentable… ya lo sé. Y triste, muy triste.

Así que tras haber intentado dedicarme a aquello que me gusta (vocación pura y dura) en los últimos seis años sin éxito ninguno… (bueno… eso es algo relativo teniendo en cuenta que al menos he conseguido publicar dos libros sobre el tema…) pero esto es tema para el siguiente post, ahora tengo que desempolvar mi viejas experiencias profesionales en las oficinas, presentarme nuevamente como “administrativa” o lo que “surja primero” porque trabajar para poder vivir es mi objetivo principal ahora mismo. Cómo en los últimos seis años trabajé solamente como autónoma no tengo ni siquiera derecho a cobrar una prestación por desempleo… oh oh! sí el panorama no pinta muy alentador… o encuentro un empleo pronto o tendré que aprender a vivir del aire…

Una pena de situación que te coloca en el dilema de realizar una extensa lista de preguntas reflexivas que seguirán sin respuesta: ¿colaboran este tipo de condiciones laborales y sociales a generar una alto grado de frustración en las personas? ¿quiénes son los responsables de que existan este tipo de situaciones laborales? ¿quién puede creer ahora en aquello de que “puedes dedicarte a tu verdadera vocación porque eso te hará sentirte realizado como persona, o completo o más satisfecho con tu vida”? ¿en qué se convierte una sociedad que es cómplice de la desvalorización profesional?

En reducidas líneas y para cerrar este post, me veo obligada a buscar un nuevo empleo. Eso me enfrenta directamente además con la crisis económica del país. Con la discriminación por la edad, con las nuevas (y algunas incomprensibles e idiotas e inútiles tendencias del mercado) que no sabes ni para qué carajo sirven o que quieren decir con esa nueva palabra que denomina en el idioma inglés un puesto que ha existido toda la vida. Espero que en esta nueva búsqueda corra mejor suerte, y alcance sin mayor pretensiones (porque parece ser que llegados a un punto, no se puede pretender nada más) la utopía de la “estabilidad laboral con un contrato de trabajo normal bajo unas condiciones de remuneración justas”.

Fuente: este post proviene de Reinvention Work Tour, donde puedes consultar el contenido original.
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