Entendemos que el engaño fue terrible pero no podemos permitir que el final inesperado de esta historia sea un golpe bajo para el feminismo.
Qué más quisiéramos que todas las mujeres que una noche no llegan a dormir a casa estuvieran de fiesta y no que aparecieran a las semanas con las huellas de la violencia más atroz en lo que queda de su ser.
O que con la misma eficacia con la que los medios de comunicación presentaron videos de cada uno de los pasos de Karen, también cubrieran los feminicidios o se diera seguimiento a los casos de mujeres violentadas y no esperar un trágico final para volver a hablar de ellas.
Lo que pasó en las últimas horas no fue completamente negativo, lo digo, porque el que las redes sociales se movilizaran de tal forma, solo quiere decir una cosa. Todos, o al menos una gran mayoría estamos dispuestos a ayudar como podamos y es algo que NO debemos perder, independientemente de lo que suceda después.
De ninguna manera podemos preferir que una mujer aparezca muerta, a ser hallada pasada de copas en un bar.
Sí, la gente está enojada con los periodistas por no corroborar la información antes de difundir, pero en un país donde cada día diez mujeres son asesinadas, esperar es lo que menos podamos hacer si consideramos que los primeros minutos son sumamente importantes para localizar a una persona.
A todas las desaparecidas las vamos a buscar, donde estén, y no estaremos tranquilas hasta saber que, como sea, llegan a casa.